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daniel campos
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Windsor Terrace: Nuevo reporte otoñal

El sol brillaba el domingo por la tarde pero de repente el cielo oscureció. El viento arreció y por la ventana del jardín vi como un olmo perdía sus últimas hojitas amarillas. Estas giraban en el aire y caían sobre los rosales. Los gorriones que andan siempre revoloteando en el jardín se refugiaron del viento en la hiedra que trepa adherida al muro de ladrillo del edificio contiguo. A los gruesos tallos de esta hiedra aún la cubren hojas verdes, pero en la fachada de un edificio en Avenida 8 vi una cuyas hojas ya se pintaron de amarillos y naranjas. Las copas de los robles, por su parte, ya se tiñieron de rojos y ocres. Los plátanos de sombra se resisten al cambio, tercos, sus hojas aún glaucas. Me parece que no se encenderán en colores brillantes. Pronto se secarán sus hojas y caerán al suelo sin pena ni gloria. El frío es tolerable, incluso rico, y aún hay días tibios. Ha sido un otoño particularmente soleado y por las tardes me continúa complaciendo sentarme junto a la ventana a leer Walden de Thoreau mientras el sol me acaricia los brazos y el cuello. Siento paz.


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