Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Paola Maita
Photo Credits: Esther Vargas ©

We will always have…

Paris. En teoría, ese debería ser el final de la frase, pero quizás ahora no encaje con nuestro estilo de vida. Entonces, ¿Qué nos queda? ¿Dónde habitan nuestros recuerdos?

Cuando Rick le soltó a Ilsa esa frase, toda la historia de Casablanca cobró sentido. Sin importar que ella no lo volviese a ver y terminase sus días con Laszlo, sus días en París siempre serían el consuelo de lo que no pudieron ser para siempre.

A nosotros, que vivimos en esta época y que tenemos políticas migratorias mucho más duras y difíciles de corromper que las de los años 40; no nos queda París. Nos refugiamos en el Facebook con sus memorias que nos recuerdan lo que estábamos haciendo en esta fecha del año pasado o tres o cinco atrás.

Esos recordatorios con sus imprevistas apariciones en nuestro feed nos pueden dañar o alegrar el día, diciéndonos lo que teníamos o hacíamos, lo que éramos hace 365 días atrás. ¿Recuerdas que hace un año estabas saliendo con esta persona?, Mira a tu amiga con la que ya no te hablas, ¡Hey, este era tu terrible corte de cabello de hace dos años! Para rematar, en esta época decembrina tenemos los vídeos autogenerados que hacen una revisión de nuestro año en la red social. ¿De verdad necesitamos estos batazos hacia el pasado tan frecuentemente?

Para algunos de nosotros, estos días navideños se llenan de nostalgia porque no tenemos a alguien querido cerca, estamos en un lugar que no queremos, con metas no alcanzadas, kilos no perdidos o ganados; mientras que para otros, se convierten en una celebración del año que han vivido. Independientemente de la postura que tengamos, podemos asegurarnos que tenemos al condenado Facebook para ir registrando en sus archivos lo que vamos publicando y luego recordárnoslo, pero ¿Realmente los recuerdos digitales se comparan a París en Casablanca?

A lo largo de la película, vamos viendo escenas de lo vivido por los personajes del Bogart y la Bergman antes de su encuentro en la ciudad marroquí, pero las vemos desde el punto de vista del camarógrafo que vendría siendo una especie de narrador omnisciente. Jamás alcanzamos a ver cómo la recuerdan ellos a través de sus propios ojos.

En cambio en este escenario posmoderno de imágenes y mensajes que compartimos en algunos sitios de Internet, la narración la ponemos nosotros desde nuestro propio punto de vista. Claro, bien editado con filtros, algunas veces con cierto grado de autocensura para evitarnos polémicas, mientras que otras con una desfachatez un tanto exagerada para provocarla; pero siempre decidimos qué ven los otros de nosotros a través de sus pantallas.

En Casablanca habían tres Paris: el de Rick, el de Ilsa y el que nosotros vemos. Nuestros recuerdos facebookianos son dos: Los que vemos y los que compartimos, siempre apareciendo puntuales en día y hora. Creo que me quedo con sus Paris que no tienen esa forma tan mecánica, cronológica y exacta de aparecer.

Rick e Ilsa siempre tendrían su ciudad para transitar los caminos de sus memorias. Algunos de nosotros, afortunados, también tenemos recuerdos en ella; pero definitivamente todos tenemos Facebook como biógrafo obsesivo de nuestras vidas digitales, para bien o para mal.


Photo Credits: Esther Vargas ©

Hey you,
¿nos brindas un café?