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daniel campos
Photo by: Nicole Mayone ©

Warren Malone y los Cry Babies

¿Es la música el antídoto más efectivo para el veneno del desamor, el mejor bálsamo para las heridas del corazón? ¿Qué tal si en vez de hacer melodrama viene cargada de humor negro?

Siempre he apreciado la música de Warren Malone, cantautor inglés residente en Nueva York y miembro del colectivo Big City Folk que lidera el irlandés Niall Connolly. Me han gustado todos sus álbumes pero quizá el giro satírico de The Big Bubble Gum Heartbreak ha sido el mejor de todos.

Al cantautor le rompieron el corazón en mil pedazos y escribió un álbum cargado de ironía, sátira y sarcasmo dirigido a los románticos apasionados que nos lanzamos de clavado al torrente del amor y después nos arrastra la corriente hacia rápidos traicioneros y cataratas rocosas. Casi siempre acabamos reventados contra las piedras de la ribera, magullados, escoriados, cortados y sangrando por las heridas.

Recuerdo un concierto hace tres noviembres. Warren tocó en Fawkner, antiguo bar brooklynense de Boerum Hill, junto con su banda, The Cry Babies. En este caso, los bebés llorones eran el bajista Brandon Wilde y el multi-instrumentalista Lenny Monachello.

Los Cry Babies tocaron bajo, percusión y guitarra acústica mientras Warren cantaba con su voz cálida y poderosa la terrible ironía sus letras. Para mí la mejor fue “Love is Such a Monster”:

My heart was so full
It’s been emptied out
I flood the kitchen
in the Connolly house
(…)
We are gonna take
that mother fucker down
Love is such a monster
So full of pain
And full of rage
And full of desire

Al escuchar estos versos uno se imagina a Warren en la cocina del apartamento de su amigo cantautor, lamentando un desamor devastador y armándose de sorna para matar de una vez a Eros, el Amor-Deseo, ese monstruo rompecorazones.

Hay que escuchar el tono de la voz de Warren y la melodía de la canción para sentir su sarcasmo sin melodrama. Entonces uno se ríe de su humor negro, como lo hice yo, en compañía de mis amigos, aquella noche en Fawkner.

Escuchamos y sentimos juntos. Nos reímos del dolor y entendimos de qué se trataba la música de Warren. Al que le han roto el corazón de verdad y se ha recuperado, entiende y se ríe como nosotros. Esa es una de las delicias de la música y del arte: sentir juntos, sentir amor y desamor, alegría y tristeza, sin sentirse solo.


Photo by: Nicole Mayone ©

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