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Arturo Serna
Photo Credits: Tucker Sherman ©

Volcán

Epicuro dice que hay que vivir más centrado en el hoy que en el futuro, como si el futuro fuera una fuente posible de desasosiego. No hay que anclar la vida en el futuro ni tampoco hay que pensar que no se van a cumplir los deseos. No hacer del futuro un rey díscolo o vengativo ni creer que ahí se encuentra la felicidad. Epicuro no lo dice pero su ética se asienta en una búsqueda de vivir el presente. Nada que traiga intranquilidad puede hacernos feliz. Esta es la preclara y utópica búsqueda de ataraxia: la busca de la vida sin alteraciones, sin perturbaciones en el día a día.

Nuestra época esta signada por las alteraciones, y, aun peor, por el deseo y el deseo frenético de perturbaciones, como si la felicidad estuviera en un lugar convulso, en el punto infinitesimal del éxtasis. Epicuro quiere que nos paremos antes o después del éxtasis: antes o después de la subida.

¿Será posible una vida así?

He pensado que la vida es solo una serie de mesetas breves y de espejismos lábiles que nadan en la superficie. El centro subterráneo e inevitable está formado por un mar de convulsiones que se agolpan, insensibles.

A pesar de Epicuro y de Epicteto, no podemos esperar que la tormenta acabe. El único límite para el volcán es la muerte.


Photo Credits: Tucker Sherman ©

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