Llego al call center donde trabajo desde hace 6 meses, es sábado. Como de costumbre hago un paneo por las noticias de Venezuela… lo que leo me martiriza, trato de aguantar las ganas de llorar pero no puedo; por eso llego una hora antes para que nadie me vea.
En ese pasar por los portales de noticias me encuentro con una nota de mi colega Andrés Tosta que inicia:
“Las cuerdas comenzaron a sonar, sutiles pero potentes. Siempre fúnebres; los acordes de la séptima de Beethoven daban directo al corazón…”
No recuerdo haber escuchado nunca la séptima, la busco en YouTube y “le doy play”, la música comienza a sonar y las lágrimas comienzan a emanar.
¿Cómo puede ser?, ¿Por qué un talento como el de Armando Cañizales se va de esa manera?
A los días todos tratan de justificar lo injustificable, leo en los diarios mil y una hipótesis para escurrir el bulto, pero, la verdad, eso no devolverá la vida ni a Armando ni a ninguno de los muchos venezolanos caídos.
Les juro por Dios que quería escribir un artículo de humor, pero la comedia por lo menos en mi caso, se ha ido por el momento… Solo queda recordar, solo queda pensar, que la sangre derramada no será en vano.
Pienso en los muchos Armando que, lamentablemente seguirán cayendo. Ojalá Dios, o alguna fuerza superior les haga entender a los poderosos que ya no tienen poder, que les ayude a abrir los ojos para que vean que “el emperador está desnudo”.
Entre tanto en el cielo, los ángeles cuentas ahora con un violinista sobre las nubes.
Photo Credits: jessicahtam