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Villa Agatha

Me has dicho que lea tu traducción de Agatha. Leer a Duras con tus palabras no es tarea fácil. Agatha comienza en la penumbra del invierno. Ella no dice que hay calefacción, pero apuesto a que los personajes están cerca de una chimenea. Quizás la encendieron antes de que ella le proponga dejarlo a él. ¿Están desnudos? Sus cuerpos se parecen. No sabía que quien quería dejar a alguien le hacía una propuesta. El inverso matrimonial. Ella quiere dejar al hermano y se lo propone.

Sólo pienso que estás tú, traductor, sentado frente a la chimenea con Marguerite. No me habías dicho que sabías decirla. Que me invitarían a conocer su propuesta de abandono. ¡No me dejes a mí! Sé mi cuerpo, sin genética compartida. Eres tú el traductor de esa historia. Qué tarea tan cruel. Eres tú quien me lleva sin pensar a Marguerite y a su invierno.

Ella le había dicho que escogerían una fecha, un lugar, para detenerse allí. ¿Allí estoy?
Todos vemos por la ventana. Los hermanos, Marguerite, el traductor y yo. Vemos el mar y ella dice: el mar está como dormido. No sé quién de las dos dijo algo. Sus voces son tan parecidas. Y me han engañado. Me dijeron que las acompañara, pero sólo porque querían dejarme. Verme y abandonarme en ese instante. Justo después.

Traductor, cómo voy a leer sin pensar que todo ya pasó por tus manos. Que sabes el final antes de mí. Ya sabes si se dejarán. (Pausa larga)

Antes de mí ya sabes que no podré leer lo que resta, desde el momento en que anuncian que no quieren vivir más. Que sus cuerpos se separan porque quieren la muerte. Lo sabes antes que yo y, aún así, me has pedido que lo lea. Que te lea.

Ellos están en Villa Agatha, bañándose en el río y tú los espías. Te estoy viendo, mientras los lees determinadamente, escogiendo cómo decir lo que tendrás que reescribir más tarde. Los hermanos se tocan en el río, reconociendo que tienen una misma madre y que así son tan cercanos en el amor. Y tú estás ahí, entrometido, escuchando lo que ellos dicen en voz baja, porque nada escapa de ti. Ya sabes todo sobre ellos. Sus cuerpos, sus voces, sus miedos y la angustia de dejarse atrás. Todo. Sabes sobre el silencio, sobre lo que no dirán. Lo que yo no leeré.

Aún, tratándose de tu versión. (Pausa)

No tengo privacidad al leer. No puedo vivir lo erótico encubierta. El hermano narra el cuerpo de ella, de Agatha, en la oscuridad de la habitación. Cubierta por la suavidad del mar, dice él. Usted, se tratan de usted.

Usted es el traductor.

Usted me está mirando desde lo dicho. Y ya no puedo leer sola.

Sus palabras lo escogieron, lo asaltaron desde un texto nacido. Ahora no puedo conocer la historia por mi cuenta. Todo ya pasó por usted.

Usted me está mirando.

Los hermanos se retan. Ambos han hecho el amor con otros y entre ellos. “La dejó casi muerta ese placer, ¿no es así? (No hay respuesta)”. No se mueven.

Usted me está mirando y ese placer me mata a mí. Por instantes. Esta lectura, tan reescrita por ti, me está matando.

Estoy en tu cama. Desde tu cama te leo. Desde tu cama me miras.

Sé todo sobre ti.

Largo silencio.

(No hay respuesta).

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