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Jacobo Villalobos
batman v superman

Vigilantes y anarquistas

“You know the oldest lie in America, senator?
It’s that power can be innocent.”
Lex Luthor

“The world only makes sense if you force it to”
Batman

Si Gilles Deleuze y Félix Guattari hubiesen hecho una película, esta quizá sería una de ciencia ficción. Una sobre una langosta gigante, un crustáceo radioactivo que mueve sus tenazas para destruir edificios y eviscerar personas. El film tendría el aspecto de una película japonesa de bajo presupuesto. Una película muy mala.

Sin embargo, la gente iría a verla por los nombres de los directores y entrarían a la sala con los dedos cruzados, pidiendo que no los decepcionen. Verían con incomodidad un crustáceo mal hecho, un argumento trillado y se contentarían cuando pareciera que la historia va acabando, pues la ciudad ya está completamente destruida y la criatura muerta. Pero luego vendría una larga toma de los restos de los edificios, apilados en una forma extraña, y una escena poscréditos que nadie pidió y en la que se muestra un millar de pequeñas langostas criándose bajo tierra.

Sin embargo, nosotros nunca veremos esa película -que podría titularse “Una langosta en el nabo”-, así que deberemos conformarnos con Batman v Superman (2016), “una decepción mayúscula en absolutamente todos los sentidos”, según se lee en una crítica de Swagger.

Sentado a una mesa de El gran pastor en Paseo Las Mercedes, pienso que “Una langosta en el nabo” podría ser una gran película y pienso que no hay suficientes películas sobre crustáceos. Al menos no una que les haga justicia. Pero como esa producción no existe, no digo nada de ella, sino que les comento a León y a Gabo que Batman v Superman no es solo una excelente película de superhéroes, sino una excelente película y punto. Tras unos segundos de silencio, que tienen algo de expectativa, los dos compañeros de bebida me hacen un gesto para que continúe. 

Mi opinión es que el tema de la película es una puesta al día en el debate acerca de qué tipo de dominación y qué tipo de libertad son deseables para un sano desarrollo y estabilidad del tejido social; así, lo importante ya no sería solamente la historia, sino la propuesta detrás de ella.

Desde Man of Steel (2013) se sugiere que la respuesta es que la libertad más benéfica es aquella que se produce donde los superhéroes callan. Todo lo que está fuera de esas lindes es incorrecto, reprobable, criminal, y es donde los vigilantes entran en juego para corregir lo que se salió de curso. La dominación (“sujetar, contener, reprimir”, según la segunda acepción de la RAE), es todo ese entramado normativo dictado por los supers.

Adicionalmente, los personajes de Batman v Superman son tan caricaturescos, como extremadamente determinados, que no podrían ser vistos sino como arquetipos de algo, no como personajes. Lex Luthor es el ejemplo más claro: cuesta pensar en un “personaje realista” cuando se le ve en pantalla.

Con ese terreno de fondo, y asumiendo que hay cabida para pensarlo así, restaría preguntarse de qué son arquetipos estos vigilantes. Según mi perspectiva, el hombre de acero vendría a representar una suerte de nuevo dios: un ser que no viene de este mundo, que es homenajeado como una deidad y cuya misión es la de “unir a dos mundos” y guiar a las personas que lo seguirán hasta el “sol” (quizá no sea coincidencia que Superman se enfrente a unos enemigos del Medio Oriente a inicios de la película) … Mientras, Batman está más allegado a las normas morales y legales (estatales) de la sociedad. Incluso los villanos del murciélago no son criaturas que quieran conquistar el mundo o destruirlo, sino que son ladrones, violadores, secuestradores, todos con aspectos que rompen con el sentido estético convencional y las buenas costumbres. Resta la aparición de Wonder Woman, cuyo elemento representativo no es explícito en BvS pero sí en su película en solitario: Wonder Woman es cultural, y se inscribe en un contexto de leyendas, dioses míticos y relatos fundadores (no es fortuito que uno de los puntos centrales de ese film sea el choque de culturas entre Diana y Steve Trevor, y toda la sociedad occidental).

Los héroes de la película, entonces, encarnan tres tipos diferentes de dominación: religiosa, estatal y cultural. Cada uno, fórceps que deben guiar a la sociedad por un camino normativizado.

La trama de BvS se desenvuelve, así, como un choque entre el control del Estado y el control religioso, donde la preocupación del primero, de Batman, es que el segundo es externo a él y, por ello, por ser extraño (“alien”, en latín, significa extranjero o extraño, por cierto), es una amenaza a su orden. Aunque Superman insiste constantemente en que él no desea esa confrontación y que realmente no es ajeno al propio Batman, tendrán que sucederse casi dos horas de proyección para la disolución del nudo; que ocurre en el momento en que Superman, próximo a su muerte, dice: “Save Martha”, y Lois aclara que Martha es su madre. Con ello, Batman concluye que el hombre de acero, al tener una madre humana y haber sido criado como tal, no es extraño: es también “humano”, terrícola, y, consecuentemente, no es una amenaza. Su leitmotiv halla su conclusión.

Allí culmina la trama central de la historia, con una resolución de conflicto en la que los personajes principales reconocen que realmente nunca hubo oposición entre ellos, sino que formaban parte de un mismo sistema: el sistema de dominación. Bajo esa luz, queda claro por qué, esa misma noche, Batman se refiere a Superman en términos de amistad: se han reconocido mutuamente.

Un comentario final acerca de este punto: llama la atención que sea Batman quien forme la Justice League, un grupo al cual quedan subscritos –subsumidos- todos los supers, como si se insinuara que todas las dominaciones, culturales, religiosas, morales y tecnológicas quedan enmarcadas bajo la égida del Estado, que las reúne.

 

La crítica de Luthor

Si realmente nunca fue Batman contra Superman, sino que su relación fue la de un organismo que se exploraba a sí mismo, por necesidad argumentativa y narrativa era necesario colocar un verdadero antagonista que se opusiera a los personajes protagónicos, a modo de una enorme langosta.

Lex Luthor no solo es el villano que debía estar en el film, sino que es un excelente villano: no se contenta con sencillamente ser lo contrario de los héroes, sino que es el encargado de mostrar sus limitaciones.

Para decirlo brevemente: más allá de su comportamiento atípico, lo que más destaca de Luthor es su sospecha a la autoridad, cualquiera que esta sea: la senadora, los superhéroes, Dios, su propio padre… figuras contra las cuales roza y termina en conversaciones incómodas. “Devils don’t come from Hell beneath us, no. No, they come from the sky”, dice Luthor, señalando un cuadro vertical en su oficina e indicando que lo pernicioso viene desde arriba. Es Luthor vs. las figuras del orden.

Sin embargo, aunque villano, él no es realmente enemigo de los vigilantes: su misión no es acabar con ellos sino enfocarlos bajo un reflector de sospechas que dé cuenta de sus contradicciones y hacer una crítica desde el interior de sus propios sistemas. De ahí que la herramienta para hacerlo sea Doomsday, una criatura de Krypton, de la misma naturaleza que Superman. “Él es de mi mundo”, dice el hombre de acero, reconociéndolo.

Así, lo que pareciera estar diciendo Lex es que esa cosa monstruosa que atenta contra la estructura e integridad social es inseparable de los órdenes de dominación: todo sistema de obediencia lleva en sí, en su misma naturaleza, la amenaza de desintegrar la estabilidad de la sociedad. Más claro: de Krypton viene tanto Superman como Doomsday, ambos comparten una misma naturaleza y ambos son coexistentes.

La muerte de Superman a manos de la abominación (con una extremidad similar a una tenaza) podría ser leída como que el orden que el vigilante encarnaba no superó la prueba crítica de Luthor; por lo que, siguiendo con ese argumento, tanto Doomsday como Superman mueren al mismo tiempo: uno anuló al otro y sin uno, en la línea argumental del film, no podría haber el otro.

Concluyo con las últimas líneas del villano: el personaje no siente haber fracaso en su misión, sino que dice que “ya las campanas fueron sonadas”. Allí, Luthor nos dice explícitamente que su objetivo nunca fue acabar con el sistema de dominación sino “sonar las campanas”, es decir: llamar la atención sobre la crítica que hizo. Solo así se puede entender la sensación de derrota que experimenta Batman y el temor que admite al hablar con Diana, ya hacia el final de la película, donde se muestra que el cuadro vertical de Luthor ahora presenta a los demonios apuntando desde arriba hacia abajo, hacia una tierra móvil, inestable, ahuecada por millares de langostas en miniatura.

Aunque entiendo que quizá Snyder no tenía en mente nada de lo anterior, me agrada que una película me dé el espacio de participar y permita diferentes lecturas.


Photo Credits: Miguel Angel Aranda (Viper) ©

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