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Victoria Benatar: la armonía en el espacio es armonía en la vida

NUEVA YORK: Es una mujer de armas tomar. Victoria Benatar, Vicky para los amigos, esconde tras un aspecto seductor, una melena coquetamente blanca y una sonrisa siempre a flor de labios, un carácter fuerte y la voluntad de quien está dispuesto a seguir adelante, pase lo que pase.

Arquitecta venezolano-americana, Victoria vive en Nueva York desde hace más de 20 años. Llegó a Estados Unidos para recuperarse de una dolorosa tragedia que golpeó a su familia y le quitó para siempre el amor de su hermano. Vino con una niña a cuestas siendo ella todavía muy joven pero con una carrera ya encaminada.

En Caracas, ciudad donde nació y cursó todos sus estudios, trabajó con otros arquitectos antes de fundar su propia firma.

– Mi hija Gala estaba muy pequeña, me necesitaba y era humillante para mi tener que pedir permisos para atender sus necesidades. Decidí entonces que iba a crear mi propia firma para ser dueña de mi tiempo – nos dice y luego, riendo al recordar esos comienzos, continúa: – Gala creció en un estudio de arquitectura y sus juguetes fueron sobre todo los crayones con los que dibujaba y coloreaba -.

En la arquitectura Victoria encontró el espacio en el cual fusionar sus dos almas, la de la mujer realista, científica, que soñaba de niña con ser bióloga, y la creativa, extrovertida, que ama expresar emociones y sentimientos con imágenes más que con palabras.

– El comienzo de la carrera de arquitectura no fue fácil, no le encontraba el sentido y no sabía qué contestar cuando me preguntaban “¿Cuál es tu concepto?” Poco a poco fui descubriendo las obras de Paul Rudolf y de muchos otros arquitectos ingleses y empecé a entender, a entrar en el corazón de la arquitectura. Mi tesis sobre el nuevo edificio del Consejo Supremo Electoral sacó un 20 con mención honorífica -.

 

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Photo Credits: Mariangeles Octavio

A pesar de ser una persona creativa Benatar confiesa que no ama ser catalogada como artista. – Es una palabra que no va conmigo porque sé que a pesar de mi lado creativo tengo un fuerte sentido práctico.

Podríamos decir que el primero lo heredó de la madre, una mujer rusa quien escapó de la guerra y que era escultora.

– Mi mamá es la primera coleccionista que he conocido – cuenta –. Éramos pequeños y ella nos llevaba a Museos y galerías y compraba muchas obras de arte. Mi abuela, que era médico, también diseñaba sus joyas.

La parte más racional, su sentido práctico, le han sido transmitidos por el padre quien llegó a Venezuela desde Marruecos y se ha dedicado al comercio. Será ese sentido práctico el que la llevará a acercarse a las nuevas tecnologías, desde un comienzo, cuando todavía el Internet casi no existía y las computadoras se asomaban como promesa de un mundo distinto.

– Recuerdo que en un viaje a Nueva York decidí comprar una computadora que costaba 7mil dólares. ¡Un dineral! Mi papá no dejaba de considerar esa compra una absurda excentricidad pero yo sabía lo que quería. Gracias a esa computadora me fui metiendo desde un primer momento en el mundo de la tecnología -.

Victoria empieza a usar los programas de su computadora para preparar los proyectos de arquitectura y cuando se muda a Nueva York decide profundizar sus estudios siguiendo un curso de computación para arquitectos en Columbia University. Pronto entiende que ya conoce las nociones que enseñan en el curso y lo interrumpe, pero, aprovechando la decisión del Decano de la facultad quien quiere computarizar toda la escuela se postula, y es aceptada, como asistente.

– El internet estaba incipiente y yo creé la primera página de diseño urbano en la web del programa de Columbia University -.

Más tarde Brian McGrath, su profesor, acepta enseñar en Parsons School of Design y ofrece a Victoria la posibilidad de dar clases en esa misma Universidad. Un cargo que desempeña aún ahora mientras su colega Brian McGrath es el actual Decano.

Benatar no ama la idea de entrar en una categoría específica de arquitectos y cuando le preguntamos ¿Prefieres trabajar como arquitecto de interiores o de exteriores? su contestación llega con la celeridad de las respuestas que uno ya se ha dado a sí mismo.

– Lo he pensado mucho y he llegado a la conclusión que una persona creativa no puede ser encasillada en una especialidad. Yo puedo hacer un restaurante, una casa, un exterior, un interior. Cada trabajo es un reto que me apasiona y si para algún aspecto necesito ayuda especializada sé a quien pedirla. Ahora estoy en una etapa en la cual me gustaría desarrollar hoteles. Tengo mucha experiencia en proyectos residenciales y el año pasado me contrataron para hacer un hotel en Miami. Fue muy interesante. Los hoteles hoy en día no son únicamente un lugar donde dormir sino que se están transformando en una extensión de la casa. La gente quiere sentir el calor y la intimidad del hogar aún cuando viaja. Lograrlo es un verdadero desafío.

 

En Nueva York hay un gran movimiento de nuevas construcciones pero los grandes constructores son siempre los mismos.

– Sí, los grandes constructores tienen acaparado el mercado en Nueva York pero, igual, siempre hay la posibilidad de hacer pequeños desarrollos. A mi me encantaría trabajar con alguno de esos “big boys”. Yo me siento como el secreto mejor guardado – dice riendo – porque soy una persona creativa, trabajadora, seria y me llevo bien con la gente. Estoy segura que mi experiencia podría ser muy útil para personas que quisieran invertir en la construcción. Aquí hay muchas leyes, muchas diligencias que hay que cumplir, si no lo haces bien corres el riesgo de arruinarte.

 

Imaginar casas diversas para personas diversas debe ser muy difícil.

– En realidad ese es el aspecto de mi trabajo que más me gusta. Imaginar y realizar la casa justa para cada persona. Es algo muy serio porque no todos los días compras una casa y ese espacio se transforma en la imagen de la persona que vive en él. Todos nosotros necesitamos sentirnos identificados con el lugar en el cual vivimos. En tantos años de trabajo he podido comprobar la importancia que tiene el espacio en el cual se vive o donde se trabaja en las relaciones de pareja, con los hijos o con los colegas.

Benatar nos cuenta su experiencia con la firma Steve Madden que la contrató para reestructurar sus tiendas.

– Ellos que generalmente vendían dos millones en el black friday, después de mi reestructuración vendieron cinco millones. Podría hacerte muchos otros ejemplos para mostrarte como unos cambios en tu entorno pueden transformar tu vida. Te aseguro que varios conflictos se disipan cuando vivimos en espacio armoniosos. A veces basta poco para lograrlo. Hay arquitectos como Le Corbusier, Mies van der Rohe o el joven danés Bjarke Bundgaard Ingels quienes aman experimentar para cambiar el lenguaje de la arquitectura, hay otros que son mucho más tradicionales. Yo lo que más deseo es ofrecer una mejor calidad de vida a mis clientes.

 

¿Pero cómo puedes entender lo que cada persona quiere o necesita? ¿Cómo logras captar el verdadero gusto de tus clientes?

– Para entender mejor a mis clientes les pido que contesten a algunas preguntas que para mi son clave. Por ejemplo les digo que me muestren cosas que les gustan, un color, un mueble, una obra de arte. Algo que pueda hablar por ellos porque muchas veces las personas no saben expresar con palabras sus preferencias.

Victoria Benatar, con un entusiasmo arrollador nos muestra planos, fotos y dibujos de sus proyectos. El primero en Nueva York lo realizó para su abogado a quien transformó el apartamento a medida que su “status” y necesidades cambiaban.

– Primero era un apartamento que compartía con su novia. Vivían como dos estudiantes, todo estaba muy desordenado. Lo que hice fue ordenar y crear un lugar bien definido para todo. Es increíble ver como cambia la vida de las personas cuando cada cosa está en su lugar. Su cotidianidad es más feliz y más sana. Cuando se casaron les diseñé la cocina y transformé tres closets en el cuarto del niño. Luego compraron el apartamento de al lado y reestructuré ambos para armonizarlos y transformarlos en una única vivienda -.

 

¿Cuáles son los retos que una ciudad como Nueva York pone a un arquitecto?

– Muchos y de diverso tipo. Yo como mujer y como latina tengo ya, desde un primer momento, el reto que significa romper la barrera de la desconfianza que muchas veces generan estas dos características. Me desenvuelvo en un mundo muy machista en el cual por ejemplo las mujeres ganan menos que los hombres aún cuando realizan sus mismos trabajos y tienen sus mismo cargos. Nueva York es una ciudad con grandes posibilidades pero la competencia es muy aguerrida. Yo tengo mi propio estudio así que tengo que ser manager de mi misma y buscar a mis clientes. Es algo que se logra con el tiempo y con grande seriedad en el trabajo.

 

Los espacios en Nueva York son muy pequeños. No debe ser fácil para un arquitecto transformarlos en lugares vivibles sobre todo cuando los comparten más personas.

Victoria Benatar sonríe y de nuevo empieza a hurgar en el archivo de sus proyectos hasta encontrar una reestructuración que, si no la hubiéramos visto con nuestros ojos, consideraríamos imposible. Logró transformar un espacio de 40 metros cuadrados en un lugar en el cual pueden dormir cinco personas, cuatro pueden usar distintas áreas del baño que están divididas entre ellas, donde hay una minicocina y un coqueto espacio para estar. Un pequeño milagro.

– Amo la reestructuración de espacios pequeño. Requieren de una gran creatividad y también de mucha seriedad. Creo que es lo que mejor hago-.

 

¿Un trabajo que te ha dejado particularmente satisfecha?

– Lo que me da mayor satisfacción es la enseñanza porque me permite estar constantemente al día. Me encanta compartir con las nuevas generaciones y con mis colegas, todos muy brillantes. De todas formas creo que el mejor trabajo es siempre el que vas a hacer.

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