Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

¿Dónde está ViceVersa? También en Washington DC 

“¿Cómo describirías a Washington, DC en pocas palabras?”

Es una pregunta que hago a mis amigos y a otros que voy conociendo en la capital, mi casa adoptiva, para muchos de ellos su nuevo hogar también. Las respuestas nunca dejan de sorprenderme:

Washington… Ciudad de animales políticos, ciudad «políticamente correcta»; ciudad monótona que se acuesta a las 10, ciudad de encanto que nunca duerme; ciudad hermana menor de Nueva York, ciudad donde se juega el ajedrez del mundo, ciudad efímera; ciudad de amistades y amores perennes.

Aunque sean contradictorias, estas repuestas se atan al englobar la única constante de este lugar: su continua yuxtaposición.

De tan sólo 650,000 habitantes, que además de hospedar a los elefantes y burros y al efervescente patriotismo americano que transciende las líneas bipartidistas, Washington da asiento a más de 175 embajadas, transmitiendo un intenso sentir internacional. Si bien es casa de viejos zorros políticos, también acoge a miles de jóvenes, siendo una de las ciudades con mayor proporción de personas de veinte y treinta y tantos.

Y si bien es cierto que esta concentración de jóvenes hace que Washington tenga una de las poblaciones con mayor nivel de educación, también lo es que es casa de profunda pobreza y sueños rotos, contraste especialmente marcado en su población latina.

Una de mis respuestas favoritas siempre ha sido «Washington es una ciudad de dos mundos.» Quien me compartió esta perspectiva se refería al mundo del latino que migra a DC que, por un lado, aterriza con un gran cúmulo de conocimientos y con los recursos para continuar desarrollándose en las instituciones más influyentes y prestigiosas del país y del mundo. Por otro lado, hablaba de aquellos que llegan con metas más inmediatas, de alimentar a sus familias, y lograr encontrar un trabajo en un mundo nuevo del cual desconocen el idioma y donde las leyes no necesariamente están de su lado.

Basta una caminata bajando por la avenida Pennsylvania, para en tan solo 15 minutos pasar por el Fondo Monetario Internacional, la Embajada de México, el Banco Mundial, cruzarte la Casa Blanca, hasta llegar al Banco Inter-Americano de Desarrollo y en el trayecto oír un sinnúmero de voces hablando en español. Al salir más lejos de esta zona, empieza a mostrarse otra cara, apareciendo casi de la nada los “toderos”, despiertos desde antes que salga el sol para encontrar cualquier trabajo, y otros dirigiéndose a su trabajo de cocinero, vendedor, barrendero, comunicándose en español, también, y dispuestos para aportar a esta ciudad.

Lo que me encanta de esta respuesta es que resalta los grandes contrastes de DC, separándola en dos polos opuestos, así permitiéndonos pensar en pares. Pero la realidad es otra.  Entre las voces de este mundo y las voces del otro, existen miles más, cada una con sus delicadezas y asperezas únicas, particulares.  Más que ciudad de dos mundos, Washington es una ciudad de mundos.

La sección viceversa Washington está dedicada a exponer estas distintas perspectivas, a explorar sus yuxtaposiciones y a reflejar y compartir, a través de entrevistas, crónicas urbanas y editoriales sus texturas y relieves – las constantes que no son constantes de DC. Porque DC es todo y a veces nada, es predecible, y a veces te sorprende, es orden y es caos. Es dos mundos, tres mundos, o cuatro, es ViceVersa.

Acompáñanos.

Hey you,
¿nos brindas un café?