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daniel campos
Photo by: Anna ©

Viajando con el paladar en la Cafeoteca

Camino alrededor del Jardín Francia, en Barrio Escalante, a la Cafeoteca para tomar mi cafecito negro de las cuatro de la tarde. Encuentro una mesita esquinera junto al ventanal por el que entra la luz deliciosa del sol vespertino, cariñoso y gentil.

El barista se acerca. Le pido un café con acidez notoria y me recomienda uno cosechado en la región de Naranjo, en las montañas al noroeste del Valle Central costarricense. Le acepto la recomendación y le pido un alfajor para acompañar el café pues el dulce de leche me trasladará a dos lugares donde he sido feliz: Uruguay, donde probé alfajores por primera vez, y Perú, donde me di gusto con alfajores caseros.

Entonces abro mi libro y comienzo a leer. La novela Ana Karénina transporta mi imaginación a Rusia mientras mi paladar viaja de la cordillera volcánica central de Costa Rica, a la rambla del barrio de Pocitos en Montevideo y a la costa peruana, cerca del puerto del Callao.

Viajo con el paladar. Pero las cosquillas que me causa el sol en la piel me hacen sentir, en todo momento, que estoy en mi querida San José durante una tarde de abril.


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