Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
el misterio en ti desperte
el misterio en ti desperte

Una voz sembrada en el tiempo

Siempre he creído que la poesía mística es la más difícil de escribir, dado que en ella ocurre, desde mi punto de vista, la divinización de lo humano y la humanización de lo divino.  Se le atribuye a Tagore haber dicho que «la poesía es el eco de la música del universo en el corazón de los mortales». Siendo así, creo que el poeta es un traductor, simplemente un traductor; alguien que convierte en palabras la esentia divina. Decir poeta equivale a decir intérprete de la existencia.

El poeta Alexander Anchía se revela a sí mismo como una fuente diáfana de armonía sagrada que nos recuerda el propósito original del hombre: hacer de la vida un himno a la belleza de la Verdad Suprema; una fuente que no ha sido enturbiada por las aguas oscuras de la posmodernidad; una fuente que nos concientiza     de que el poeta, –y debería decir: el hombre, en general– es un ser espiritual, y que por eso, cuando canta debe ir más allá de la materia, dirigiendo sus notas a la Sustancia misma de la vida.

Hoy, que la mayoría de los poetas no van más allá de las vanidades de este mundo, Anchía se levanta para decirnos, consciente de la unicidad de su voz, que «esta noche / Dios descansa en el espacio / de mi respiración». Y pareciera que el misterio despierta para jamás dormir. Y es como si una saeta de luz nos traspasara el alma, dejando en ella encendida la espiritualidad que tanta falta nos hace a los seres humanos. «Dios descansa», dice el poeta, y uno se pregunta: ¿ha llegado, acaso, el séptimo día de la humanidad? ¿O es que hemos dejado a Dios desocupado, desterrado de nuestras vidas? La respuesta es positiva.

Este libro es una inspiración divina. En él, el poeta, de manera sencilla, sin argucias literarias, le trasmite al mundo el mensaje de luz y verdad, factores necesarios para vivir, crecer, y andar por la vida sin tropezar. Es la voz que, en medio de tantas tempestades, nos susurra: «Por un puñado de paz / sus palabras penetran / el corazón del camino: / sugerencia / alumbramiento de recorrido, / silencio, silencio, silencio…». Hay silencio, pero es un silencio que grita desesperadamente. El poeta, aunque su tema centrar es Dios, golpea musicalmente las costumbres de los que, hace siglos, están tratando de fragmentar a Dios: «Por qué debo conformarme / con tener una parte de Dios / dentro de cuatro paredes, / si lo puedo tener todo».

Y nos dice de forma originalísima, que «la verdad no es sustancia / que deba bullir / en el tubo de ensayo / de un dogmático amargado. / Más bien es una manguera / que nutre / las cavidades del tiempo».

En la voz del poeta Alexander Anchía, la mística cobra el ímpetu de las tempestades, la serenidad del fuego, la trasparencia de la verdad. Es una voz poética sembrada en el tiempo, que, quizás cuando nadie lo espere, despertará el misterio que hay en todos.

Hey you,
¿nos brindas un café?