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Entre Peron y mi padre blas eloy martinez
Entre Peron y mi padre blas eloy martinez

Una voz múltiple

Sobre “Entre Perón y mi padre”, documental de Blas Eloy Martínez (2017, Argentina)

El uso de la voz en off es un recurso de los documentales en primera persona que apelan a la reflexión sobre el sujeto que enuncia el discurso verbal y que, a la vez, mira el mundo, mira las cosas, el pasado, la vida del padre, los hechos de la historia. Podría decir que desde ese yo que habla y que ausculta el pasado –su propio pasado, el de su padre, y la historia del país–, desde ese yo se arma el documental de Blas Eloy Martínez.

Los recursos audiovisuales, los intertextos cinematográficos y cinéfilos ayudan con la “velocidad del coraje”, con la agilidad de la narración. Contribuyen a narrar lo inenarrable: el hueco del dolor y de la ausencia.

Están también la voz en off de Tomás Eloy Martínez y de Perón. El documental se las arregla –y lo hace muy bien—para unir las peripecias del escritor –el padre–, la vida de aquel niño que ya no es y le entrevista que le hizo Martínez a Perón en Puerta de hierro. Podría decir que este es el núcleo duro de la pieza. Sin embargo, el director trabaja en zig zag a partir de este centro. Va hacia la discusión de la palabra del padre y, sobre todo, el director viaja hacia sus propias reflexiones sobre la incómoda situación que vivieron él y su padre en los muchos años que estuvieron casi separados. Incómodas por varios motivos: por un lado, el director vuelve a pensar en las grabaciones de la entrevista y en las diferentes ideas que tienen sobre Perón. Mientras el padre confiesa que nunca fue peronista y que solo una vez votó por Perón, el hijo muestra y dice que su idea de Perón es muy distinta a la de su padre. El director se reconoce como peronista.

Al comienzo de la pieza audiovisual, dice la voz en off:

“Durante los años que vivimos separados se había vuelto un hombre visible para los demás pero invisible para mí”.

Esta expresión signa el avance del documental. Los espectadores estamos en presencia de un documental político “escrito” en primera persona, una pieza que no niega la subjetividad sino que, al contrario, la impulsa y una forma audiovisual de retratar el tiempo de la vida y la historia. De modo que la pieza de Blas Eloy Martínez es muchas cosas a la vez: mira la historia con nostalgia –con una música que enfatiza la tristeza—y con elocuencia: las figuras retoricas que aparecen en términos visuales y verbales registran los giros del director a la hora de retratar la relación con el padre y con el líder Perón. Me parece que el núcleo audiovisual y discursivo es múltiple: registra los escarceos y las idas y vueltas entre el hijo –el director– y su padre, el escritor célebre que no ha visto con frecuencia a sus hijos durante su exilio.

Hacia el final, las imágenes que muestran a Tomás Eloy en la playa y la voz oracular del médico que dictamina el examen final de la vida dan cuenta de la posición diversa –atrabiliaria– que atraviesa el ánimo de la voz y el sujeto empírico que está detrás y delante de esa voz. Las últimas escenas confirman que la voz de Blas Eloy no es solo un sonido; es, también, el rumiar de los pensamientos, la evocación de lo perdido, un intento de recuperar lo que no existió y una forma de revivir –como lo ha hecho el cine miles de veces—la figura huidiza del que se ha muerto.

El cine, una vez más, trae la presencia de los que no están. Eso hace “Entre Perón y mi padre”: nos devuelve una mirada sobre Perón y sobre el padre del director. Y los espectadores podemos advertir que esa voz —hecha de hilos heteróclitos— se mueve como un péndulo amoroso entre la mirada del padre y la compleja historia del peronismo.


Photo: Entre Perón y mi padre ©

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