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Fabián Soberón

Una foto

Los soldados y los policías, la estatua de la libertad, las olas del río están fuera de campo. El rumor de la muchedumbre está fuera de campo.

Denise, mi esposa, está fuera de campo. Las islas, el sol iridiscente y las nubes sigilosas y suaves están fuera de campo. Los helicópteros que custodian la ciudad están fuera de campo.

Pero todos están en la foto.

En el cuadro, baila, inalcanzable y blanco, el cuerpo desnudo de un niño en una vereda mojada de Battery Park, al sur de Manhattan. ¿Que esconden las piedras sudorosas y ancestrales de la plaza? ¿Qué huellas ancianas guardan las piedras de Battery Park?

Bruno, mi hijo, tiene tres años. Ha visitado, como nosotros, la silenciosa isla de los inmigrantes. Ha visto, encantado, la línea sinuosa de los edificios de Manhattan, esa fila India de monstruos modernos y lustrosos de la costa. Ha visto el río, el rumoroso y verde río Hudson. Ha sentido el calor en su piel y ha saboreado la brisa de verano entre las enredaderas de cemento. Y ahora, feliz, en una serie de instantes perdidos en el tiempo, baila entre las suaves y finas columnas de agua. Los gritos, mudos, las siluetas, los chorros frenéticos saltan juntos y el aire se llena de júbilo y luz.

Bruno no lo puede creer. Pero lo cree.

Baila entre las columnas de agua. Y la foto es un hito diminuto y único en la historia de su vida.

En el futuro, en el instante antes de mi muerte, esta imagen concentrará su paso por New York.


Photo Credits: amira_a

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