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Photo by: Nic McPhee ©

Un trago con Subiela en La Habana, pero no en Buenos Aires

La historia que estoy por narrar trata de esos regalos que a veces te da la vida, pero que el destino o no sé qué, te quita. Comienza hace más de 20 años en el Cine Chaplin de la Habana cuando el Director Argentino Eliseo Subiela presentó su película “Las Aventuras de Dios”.

El trabajo de Subiela lo conocí gracias a mi profesor de Cine Julio Cesar Aguilera, quien nos mostró en una clase la película que dirigió Eliseo en 1986: “Hombre mirando al sudeste”; Creo que la vimos una noche de viernes del año 99. Lo que yo no sabía es que, un año después yo estaría en la edición número 21 de Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, gracias a una beca del CNAC que me llevó a la EICTV a estudiar guión.

Aquel viaje fue un descubrimiento en muchos sentidos: Fue la primera vez que viajé fuera del país y además lo hice solo. Recuerdo que en aquel entonces pensaba que estudiar cine era como estudiar medicina: Estudiabas, te graduabas y te daban dinero para hacer una película ¡Dios, que equivocado estaba!

Participar en un festival de cine internacional es algo maravilloso, un sueño cumplido que todavía hoy, pasados más de 20 años me emociona. Recuerdo que salíamos de la Escuela ubicada en San Antonio de Los Baños hasta el Hotel Nacional de La Habana, centro neurálgico del festival.

El día se nos pasaba yendo del cine Chaplin, corriendo al Yara, volviendo al Chaplin y haciendo alguna parada en las salas de La Rampa y “El 23 y 12”. La meta era poder ver la mayor cantidad de películas posibles, para luego terminar en la noche tomando mojitos en el lobby del Hotel Nacional.

Durante esos 10 días que duró el festival de 2001, por esas fiestas se pasearon: Pedro Almodóvar, Cecilia Roth, Fito Páez, Al Lewis (El abuelo de los Monster), Francisco Lombardi, Miguel Littín y por supuesto el gran Eliseo Subiela.

A Eliseo lo conocí en la fiesta tras la proyección de “La Aventuras de Dios”, recuerdo que un grupo de estudiantes lo abordamos para hacerle preguntas, pero como yo no tenía ninguna solo dije:

– Me gustó mucho “Hombre mirando al sudeste”

Y él contestó:

– ¿Esta no te gustó entonces?

Fue un momento incomodo, comencé a balbucear y asentí con la cabeza. Pero Eliseo soltó una carcajada y agregó:

– Tranquilo pibe, soy muy jodón.

Al final terminamos todos recibiendo una clase magistral de cine y tomando mojitos frente al malecón de La Habana. El tema es que en aquel tiempo yo no era tan ducho con la bebida, y cuando ya tenía varios mojitos entre pecho y espalda vomité cerca de los pies de Eliseo.

¿Qué paso después? Dos décadas pasaron.

Buenos Aires 20 años después

Como ya he contado muchas veces en esta columna, llegué a Buenos Aires el 7 de noviembre de 2016 y luego de ubicar un trabajo o dos para poder traer a mi familia, y arreglar otros detalles, un día recordé que Eliseo había fundado una Escuela de Cine acá en la capital argentina. Me puse como meta ubicarlo, pues yo cargaba con un sentimiento de culpa por el episodio de aquella noche en el Hotel Nacional de La Habana.

La realidad es que quería encontrarme con Eliseo no solo para saludarlo sino también para disculparme. Llamé a personas en Venezuela, España, México y hasta Argentina, para dar con su paradero. Y justamente un colega de la Agencia de Noticias Telam me consiguió el mail.

Le escribí explicándole quién era, y sorpresivamente me contestó el correo escribiendo: “Vomitín ¿Cómo vas pibe? Jajaja claro que te recuerdo che. Te dejo mi número, agéndame y conversamos”. Lo guardé entre mis contactos y quedé en llamarlo a principio de año, cuando pasaran las fiestas y ambos estuviéramos más desocupados para tomarnos algo.

Lamentablemente el 25 de diciembre de 2016, la muerte le llegó a Eliseo Subiela… no pude disculparme, ni mostrarle algún guión mío, y mucho menos demostrarle que había aprendido a beber.


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