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Paola Maita
viceversa magazine

Un país de zombies

Hay algo que me da mucha risa de la cultura estadounidense porque dentro de mi pensamiento caribeño es muy pintoresco: el culto que hay a los apocalipsis. Durante una parte la Guerra Fría, hubo miedo en gran parte de la población de ser atacados por una bomba nuclear, lo que hizo que se construyesen numerosos refugios nucleares tanto en instalaciones gubernamentales como en hogares; y es una prevención que aún se mantiene.

Luego vendría el Y2K y los que se preparan para el apocalipsis zombie, que siguen la misma línea de pensamiento en términos generales. No sé si es porque nunca he vivido en un país que sea un posible blanco de un ataque de ese tipo o porque quizás conozco la situación por medio de caricaturas, pero hasta hace poco me parecía risible, lejano e insignificante pensar en zombies.

Unos días atrás, mientras cenábamos, S. me comenta:

-Mataron a otro chamo.

-Coño amor, este país se ha vuelto un cementerio.

Apenas terminé de pronunciar la frase, sentí una turbación interna más allá del duelo que implica el escuchar que hay un nombre más en la lista de caídos. Pasaron unos días antes que pudiese comprender lo que significaba, pero finalmente la sensación pudo transformarse en una oración de 4 palabras: Somos un país de zombies, no sólo porque estemos “muertos en vida”, sino porque pienso que hemos pasado de ser una población con problemas a autómatas. Algunos matan a mansalva, sin piedad y siguiendo órdenes; otros vivimos revisando el teléfono cada tanto a ver qué pasa; los que no duermen, los que hacen las colas, las que creemos que disimulamos con corrector de ojeras la preocupación, quienes intentan seguir la vida con “normalidad”, los muertos y sus dolientes que espero que no nos dejen olvidar la plaga del socialismo del siglo XXI…

Las palabras “dos meses” se pronuncian fáciles, pero 60 días de protestas y revuelo social continuos no se viven tan sencillo. Cuando leía las historias de la primavera árabe, o cuando hace un mes escribí que no habría “(…) plaza, parque, ciudad, pueblo, iglesia, cuartel, dirigente, médico, artista, cura, militar, abogado o preso que esté a salvo del incendio, del hambre voraz de las llamas de la verdadera revolución”, jamás pensé que se traduciría a esa sensación tan zombiesca que tengo y veo en otros a diario.

La vida se nos ha reducido a una espera sin fecha definida que se nos hace cada día más eterna. Algunos somos los zombies que luchamos por mantener viva la pasión de la libertad, y otros la extensión de los brazos de quienes intentan aferrarse al poder con más que uñas y dientes. Espero que llegue pronto el día en el que podamos mirarnos a los ojos y encontrar un destello de vida de vuelta.


Photo Credits: Paola Maita, «Mandatos insomnes»

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