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Photo by AP.
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Un Lennon habanero

LA HABANA: Desde hace días se corría el rumor en la isla de que sería inaugurada una estatua bastante rara en el parque 14 de la ciudad de la Habana, nadie lograba dar con el personaje inmortalizado en bronce que, tapado bajo una túnica blanca era fuertemente custodiado por soldados. El misterio se reveló el 8 de Diciembre de 2001.

La comunidad del Vedado quedó paralizada en el tiempo, Shori no salió en la guagua a buscar pasajeros, papito no grabó ningún cassette y Yimer ni sacó sus pinturas, esas que vendía en la plaza de la catedral de la Habana. Recuerdo que desde la noche anterior, el chino y Ana Julia planearon que ruta tomaríamos hasta el lugar donde se celebraría el acto, donde supuestamente el mismísimo comandante Fidel, haría los honores de develar la identidad de aquel mamotreto deforme que se escondía bajo la sábana blanca del parque 14.

Todos murmuraban acerca de quién podría ser el personaje, unos decía que era el Che, esculpido pecho a tierra con un fusil, otros decían que se trataba de José Martí sentando en el malecón, y algunos se atrevieron a decir que el personaje era Lenin ó Marx y que la figura serviría para conmemorar los 10 años de periodo especial y resistencia que vivió Cuba luego de la caída de La Unión Soviética.

Aquella tarde, recuerdo que hacía mucho viento, los planes del Chino y Ana no pudieron ser, pues cuando llegamos al parque 14 estaba tomado por el ejército cubano. Confieso que me asusté un poco y hasta le dije a los muchachos que mejor nos fuéramos al malecón y volviéramos luego a ver la estatua ya develada. Esta petición fue denegada con la acostumbrada frase de Yimer, mi amigo pintor: “No me jodas compadre”. Poco a poco se fue armando un tumulto alrededor de la plaza, entre tanto llegaban Los Van Van, Perugorria, Coralita Veloz y el mismísimo Silvio Rodríguez. Todos tratábamos de colocarnos lo más cerca que podíamos de la tarima. Aquello era empujones, groserías y gritos; Hasta que a los lejos alguien vio 3 Mercedes color negro y Gritó: “Compañeros tranquilitos que allí viene el hombre”.

Personal uniformado se bajó del primer Mercedes y formaron una especie de pasillo de seguridad alrededor del segundo auto (que estaba en medio de los otros dos), y del interior descendió El Comandante Fidel Castro Ruz, quien había dejado su despacho expresamente para inaugurar la nueva estatua. A medida que se acercaba, el silencio más nos invadía a todos, al llegar al tumulto, nos dispersamos para darle paso, la escena me recordó a Moisés cuando abrió el mar rojo.

Castro subió a la tarima y una oradora dio inicio al acto. Primero Silvio Rodríguez habló de la influencia de este cantante en la paz, la libertad y la lucha contra el imperio; acto seguido Castro confesó que había escuchado algunas canciones y que en su época habían marcado un hito y bla bla bla, bla bla bla bla, y más bla y otros blas más, se acercó a la sábana blanca y al quitarla todos quedamos abismados al ver una perfecta imagen de John Lennon sentado en el extremo derecho de un banco de bronce dejando el otro lugar libre, como invitando a cada uno de los asistentes a que nos sentáramos junto a él.

Todos aplaudieron extrañados por aquel homenaje al músico inglés, que, hasta hace pocos años había sido prohibido en la isla, al punto que los jóvenes que escuchaban su música y se atrevieron a dejarse el cabello largo al estilo Hippie, fueron rapados y puestos bajo arresto.

Para cerrar con broche de Oro, Fidel anunció, que esa noche se celebraría un concierto en La Plaza de la Tribuna Antiimperialista, frente a la oficina de intereses norteamericana, para disfrutar la música de los Beatles, y de Lennon. Invitó a los asistentes a cantar y a aplaudir fuerte para que a 90 millas (Miami) se escucharan estos cantos de Libertad.

De pronto noté que un anciano que estaba a mi lado, se ponía más y más rojo con cada palabra que decía Castro. Pero cuando el presidente Cubano dijo: “Un aplauso a Lennon el gran revolucionario”. El anciano dijo: ¡Coño! ¿Lennon Revolucionario? No me jodas compadre.

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