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daniel campos
Photo by: Stuart Chalmers ©

Tres niños y una bandada de gansos en el Lago Prospect

Al final de la tarde veraniega salgo de casa a caminar hasta el Lago Prospect. El calor ya amaina y la luz se torna gentil y delicada. Entro al parque y desciendo la pendiente a lo largo de un sendero boscoso. Cantan las chicharras con sus cálidas voces de estío. Los rayos del sol se filtran por entre las copas de los árboles, abocetando claroscuros en el sotobosque.

Llego a la vera del lago brooklynense. Hay poca brisa, el agua está calma y la luz cae en ángulo oblicuo, por lo que el lago parece un espejo plateado que refleja los verdes glaucos y esmeralda del bosque. Una bandada de gansos migratorios nada en un recodo y descansa.

Me quedo quieto. Siento. Miro. Escucho. Me relajo tanto mirando através del lago que no me doy cuenta que la bandada ha estado nadando hacia mí hasta que oígo dos graznidos muy cerca. Un ganso joven se acercó mucho a una gansa y el líder le graznó su autoridad. Al menos eso infiero de la disputa.

Los gansos se me acercan más y de repente siento pasitos a mi espalda. Es una pareja de hermanitos que han venido a ver la bandada de cerca. El chiquito tiene unos ocho años, su hermanita seis. Son del sur de Asia, quizá indios o bangladesíes. Los vuelvo a ver sonriendo y me miran emocionados con sus grandes ojos negros chispeando.

—Nunca los he visto tan cerca —dice el chiquillo.

—Yo tampoco —corea ella y da un paso más hacia la orilla.

—Cuidado. No te acerqués tanto. Te puede picar —la cuida su hermanito, tomándola de la mano. No la suelta.

Los tres nos quedamos observándolos. Son gansos canadienses, de cuerpo pardo pero cuello y testa negras, de plumas brillantes, y una franja muy blanca en la garganta. Dos se paran sobre el fondo cerca de la orilla y se dan un baño. Zambullen la testa retorciendo el cuello y la sacan con rapidez para echarse agua encima. Cuando el agua se escurre por sus plumas del pecho, se las limpian con el pico.

Los contemplamos hasta que terminan su baño. Al concluir, nos miran con parsimonia y se alejan nadando hacia el resto de la bandada. Los hermanitos se van. De regreso a casa, pienso en mis hermanitas.


Photo by: Stuart Chalmers ©

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