1 . La música es una revelación más alta que la filosofía.
Este aforismo es de Beethoven.
2. ¿Para qué releer a Platón cuando un saxofón puede hacernos entrever igualmente otro mundo?
El segundo aforismo es de Cioran y, en cierta medida, es una continuación del primero y una traición.
3. El infinito actual, paradoja para la filosofía, es la realidad, la esencia de la música.
El tercero es también del rumano Cioran.
En contra de Kant y de los racionalistas, la música no es para Beethoven inferior a la filosofía. La música no sólo es diferente a la filosofía sino que, además, puede revelar una dimensión de la realidad distinta, imposible para la razón. En este aforismo tenemos la síntesis del pensamiento romántico.
El segundo aforismo nos plantea la idea de un mundo paralelo. Este mundo paralelo ya había sido descubierto por Platón. Sin embargo, Cioran insiste en que ese mundo, el de Platón, es un mundo inalcanzable, quizás inexistente. La música, en cambio, es un mundo paralelo y además es creada por el hombre. Por lo tanto, no es inalcanzable. Esta idea tiene su precursor en Nietzsche y en los teóricos de la música absoluta y puede relacionarse con la teoría de E. Hanslick: la música no es un medio para la expresión de los sentimientos. Es una realidad autónoma de los sentimientos y de la razón. Es mera forma. Esta concepción podría leerse como una traición a Platón. Sin embargo, es una traición que no abandona el dualismo.
En el tercer aforismo, Cioran sostiene que la esencia de la música es el infinito actual. El infinito resulta inaprehensible para la razón. La música, en cambio, es ella misma el infinito actual. Es un movimiento continuo, desbordante pero presente; fugaz y, a la vez, permanente.
Los tres aforismos presentan a la música como un fenómeno que está más allá de la razón. Estos manotazos irracionalistas no nos dicen qué es la música sino, antes bien, nos indican los deseos de los autores de que haya un mundo paralelo al real que brinda un fundamento a lo real. Son, en el fondo, platónicos. Y el platonismo, ya sabemos, exhala un perfume pútrido, produce una forma utópica pero errada de entender la realidad.
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