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Templo de pescadores

Igual que un pescador
construye una red
sólo
para reposar su melancolía
y se demora
pensando en ella
en las tardes de verano
y la llena
con su esperanza
y su ansiedad,
todo
puede ser perdido.
Inútiles castillos se levantan
y
-más allá-
se abren y se cierran
las semillas.

La pelusa de las flores
cae
como la nieve.
Por encima
de los sonidos
que hacen
los pescadores
se escucha
la llamada
del shofar.
Mi cabeza oscila
como
la cuerda
de una hamaca.

Señor,
así pasan
los pescadores
sus días
y
sus noches.
Inclinados
sobre el agua
no escuchan
ni ven
nada más.

Oh ninguno
Oh nadie
Oh Tú

No inventan
canciones
ni
se vuelven
sabios.
Día
y noche
me inclino
nos inclinamos
sobre el agua.

Para qué lanzas tu red,
Señor.
Todo esto
te pertenece.
Yo
-en cambio-
planté semillas
que no florecieron.

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