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Susana Amundaraín

Susana Amundaraín: las transparencias del subconsciente

NUEVA YORK: Sombras, claroscuros, transparencias, sueños, fantasmas, fantasías. Susana Amundaraín vive llevando sus pinturas impresas en el alma.

Una nueva exposición en “The Mills Studios at East Falls” de Philadelphia puso nuevamente al descubierto esa profunda y sensible connivencia entre la artista, la luz y los colores. Una vez más pudimos vislumbrar la poesía en cada una de sus pinceladas. Susana Amundaraín artista venezolana radicada en Estados Unidos, ama entrecruzar palabras y colores, versos y juegos de luces. El libro “Birdhouse Dialogues” realizado junto con la poetisa Carol Ciavonne y la exposición que de él derivó y que presentó la Universidad de Chatham, en Pittsburg, durante más de un mes a finales del año pasado, muestran ese lenguaje que utiliza la artista venezolana para tejer palabras y colores.

Arcoíris de pájaros, plumajes azules, rojos, anaranjados; pájaros que vuelan y se detienen; casas de pájaros de rubí y zafiros. Los poemas de Carol Ciavonne y las pinturas de Susana Amundaraín dialogan y vuelan, junto con los pájaros de su fantasía. Pintora de música y palabras, de parlamentos que cruzan un escenario y de poemas que nos revuelven las entrañas, Susana, con una sonrisa abierta y voz pausada nos habla de su pasado.

Vine a Estados Unidos para estudiar Arte ya que en ese entonces en Venezuela no había escuelas de arte”. Con licenciatura y maestría volvió a Venezuela y asumió, junto con otros, el reto de echar las bases para la creación del que va a ser el Instituto Armando Reverón.

Era la década de los ’80, años que Susana describe como “muy estimulantes para todos los que nos desarrollábamos en el mundo de la cultura en Venezuela. Eran años en los que había muchos espacios donde exponer, experimentar, y un gran fermento cultural animaba cada rincón de nuestras ciudades. Era un ambiente crítico, difícil pero generoso. Y había instituciones que nos apoyaban. Tanto las Fundaciones privadas como el gobierno invertían en la cultura venezolana y muchas veces íbamos al exterior y nos sentíamos orgullosos embajadores de nuestra tierra. En todas partes nos recibían con respeto y calor porque sabían que en Venezuela había una gran búsqueda creativa”.

Una obra de Robert Wilson, dramaturgo norteamericano quien se dedicó a romper los límites del teatro, empuja Susana a hacer lo mismo con su pintura. Quiere transformarla en teatro; quiere mezclarla con otros géneros culturales. Viaje creativo que empieza con la teoría en New York University y luego se torna realidad en Caracas. “Fue cuando me llamó José Simón Escalona quien estaba montando la obra de Cabrujas sobre Reverón “Autorretrato de artista con barba y pumpá”. Era mi primera escenografía y estaba aterrada pero resultó un trabajo estupendo durante el cual aprendí muchísimo al lado de Escalona y de Cabrujas, buscando lo más profundo de Reverón”. 

Amor y trabajo la llevan de nuevo a Estados Unidos. Se casa con el director y compositor venezolano Efraín Amaya y vive en Pittsburg, pero sin nunca alejarse definitivamente de Venezuela. “Los venezolanos estábamos acostumbrados al ir y venir de nuestro país. Salíamos para buscar, experimentar, y volvíamos con las mismas ansias de crear que nos habían empujado a salir. Nunca fue una emigración, sólo un paseo entre otras nubes”. Pero, a pesar de la nostalgia por la luz y los colores de un paisaje tropical en el cual se forjó su ser de artista,  en los últimos años los regresos se han vuelto mucho menos frecuentes. “Ya ese ambiente creativo y estimulante en el cual me desarrollé no existe. Muchos espacios han cerrado y, por ejemplo, el grupo Theja se quedó sin su teatro “Alberto de Paz y Mateos”. El trabajo creativo se ha vuelto casi un acto heroico”.

Susana Amundaraín sigue buscando la luz a través de sus transparencias “esa que está detrás de lo visible. Paso de una oscuridad abrigadora y cómplice a la claridad. Sin términos medios. No me interesan. Las transparencias para mi son como los espacios posibles, no se perciben pero allí están. Es un subconsciente que sin saberlo se vuelve consciente, es un vivir en un presente donde no hay cabida para preguntas. ” 

Y sus colores llegan a transformarse en música cuando, junto con su esposo, en el 2000 crea un montaje operístico para las celebraciones del milenio en la ciudad de Pittsburg. Ocasión en la cual irrumpe, con éxito, también en la escritura. Seguirá una obra para niños, que habla de la extinción de los gorilas y es suya la escenografía de la pieza «A Cantankerous Wiegenlied» que el “Tanztheater Andre Koslowski” presentó en julio del año pasado en el State College y luego en noviembre en el teatro “Kelly Strayhorn” de Pittsburgh.

Para el 2015 tiene en programa un reto más ambicioso: la puesta en escena de una ópera de cámara. Está inspirada en la vida de Miró, en particular en un momento de su vida, cuando el gran artista tiene que autoexiliarse a Normandía, para huirle a los franquistas. “Fue en el espacio de tiempo que hubo entre las dos guerras. Miró tuvo que huir pero tampoco pudo quedarse mucho tiempo en Francia ya que a las dos semanas de dejar París esa ciudad fue ocupada por los alemanes. Al regresar a España tomó el apellido de la familia de la esposa. Le tenía miedo a su país, lo percibía como un lugar de riesgos, de restricciones”.

Susana queda pensativa, y luego continúa: “Miró es mi maestro secreto. Cuando empecé a investigar y leer descubrí muchas facetas de su personalidad, percibí claramente el increíble rol del arte en su lucha por sobrevivir a la realidad externa y a su carácter introvertido y pesimista. Un ejemplo: la serie de las constelaciones surge durante su autoexilio en Normandía, con la esposa y la hija. A su alrededor la destrucción de la postguerra y el ahogo del franquismo”.

El arte como escape, el arte como vida y como sobrevivencia. Miedos y nostalgias.

– ¿Cuánto hay de ti en todo eso?

Creo que Miró somos todos. La vida está sembrada de miedos y nostalgias, sobre todo para los que salimos de nuestros países de origen, pero también de fortalezas y alegrías. La vida es como el arte, como una música o una poesía. Miró decía: “yo quiero que mi obra sea como un poema puesto en música”. Así es la vida -.

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