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Paola Maita
Photo Credits: Wonderlane ©

Sujeto a condiciones

Tengo la manía de leer todo lo que me rodea, casi sin discriminación alguna, desde que recuerdo haber aprendido a leer.Esa voracidad ha sido la que me ha llevado a recorrer hasta las líneas más aburridas como las de los tickets de estacionamiento, panfletos o la parte de atrás de la caja de los cereales.

Entre esos materiales de lectura que tienen una asombrosa capacidad de ser olvidables apenas nuestros ojos se despegan de ellos, me he encontrado con una frase que se repite: “Sujeto a condiciones”.

En esencia, podría parecer que son tres palabras que definen algo meramente contractual. Las condiciones a las que puede estar sometido un evento son infinitas porque están hechas a la medida de las necesidades, pero no me interesa ahondar en la teoría de las condiciones. Fuera de lo contractual, la frase esconde una verdad que está lejos de ser hermosa. Nuestra vida jamás está libre de condiciones. Miremos por donde miremos, la existencia humana es una serie de eventos que se entrelazan entre sí y que condicionan el porvenirsin que a veces podamos hacer mucho por controlarlo.

A veces nos creemos amos y dueños de nuestro destino, y es algo que necesitamos. Si estuviésemos conscientes constantemente de lo vulnerable y fuera de nuestro control que está nuestra existencia, quizás no podríamos salir de la cama.

Aunque esto no es una verdad que estoy inventando en este momento, haberme convertido en inmigrante me ha hecho ser profundamente consciente de ello. Los que emigramos estamos sujetos a más condiciones aún que las personas que viven en sus países de origen. Creo que hacerlo consciente, más que producir ansiedad, debería llevarnos por el camino contrario, el de aceptar que habrán cosas que no dependerán de nosotros y lo más que podemos hacer es nuestro mejor esfuerzo para manejar aquellas que sí. Es un proceso que es fácil escribir en un par de líneas, pero que llevar a la práctica toma trabajo y exige crecer como personas.

Después de todo, la parte más complicada de emigrar no es montarse en el avión e irse(aunque para los venezolanos en este momento sea una auténtica odisea), sino lo siguiente: enfrentar lo desconocido sujeto a condiciones que no son las nuestras.


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