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Aladar
Photo Credits: Chris Marchant ©

Sueños y muros

Aparentemente día tras día logramos saber más y más gracias a las informaciones técnicas, algunas con definiciones en latín con letras itálicas, y sin embargo no nos sentimos satisfechos. A pesar de la gran apertura ofrecida por muchos programas, sentimos un gran vacío. Es una vaguedad que nos invade o más bien una falta de seguridad, perdidos en la inmensidad del subconsciente y enfrentados al positivismo de lo cognitivo. Estamos solos. Sin querer menospreciar los estudios y a sus autores donde me encuentro con la inquietud de La soledad y otras muertes. Los intentos sobran, colocados en el vario – variorum del tiempo, hallándonos en la tiniebla del cosmos del ser humano.

Frente a sueños y lúmenes, manejando esta inmensa profundidad, fielmente enlazados con la vida del ser, y sin limitación de continentes y culturas, estoy, estamos, parados delante de un muro. Estos muros no tienen dimensión física, real, ya que se extienden e invaden territorios vecinos y extra espacios. Estamos aquí o aquí regresamos, seres humanos que por sus variables se ajustan al muro, el de afuera y el de adentro. Es la variable de “uno esce, uno rimane.” Sin embargo el concepto de la vejez y la muerte los conecta y los une. Es real y exageradamente internacional, intercontinental, sin que las culturas puedan interferir, excepto por las fases fisiológicas. La vejez es una edad, o un estado post – existencial del ser animal ya sin energía emocional, con referencias sobre la fase anterior, el pasado, pero con inquietudes memoriales vivas y una demanda imperativa. El cansancio físico y mental son factores dominantes y el sueño se manifiesta para el reposo; un cuadro muy conocido es el de la persona de edad que duerme sin importarle las circunstancias de horas y ambientes.

Ya hemos definido que estamos hilando la vejez, el sueño y la muerte y por ende queda claro que se trata del sector de deterioro cognitivo. El sueño se diluye en una vivencia flotante, nebulosa a través de la cual se vislumbra la proyección. Es una leve catarata inexistente. Al contrario, se ubica la nebulosa más densificada con la memoria reducida. Los cambios y avances son personales y mucho depende de la construcción cognitiva y física.

Los puntos convergentes y conocidos delante de nuestro muro se concentran en la vejez y la muerte. Ambos factores nos sumergen en el cansancio y la subyacente debilidad. Sin embargo la situación de los dos establece una antelación y sub-secuencia. Lo que queda detrás del muro es personal, pertenece al ego que acepta o rechaza la secuencialidad natural. El muro entre los dos conceptos es firme, con una separación probablemente cognitiva que es la vida y su terminación en unión confluyente.

Aquí se enfrentan, como siempre, dos posibilidades, un saber no confirmado y una conformación psicológica que es inquietante pero es parte del subconsciente del ser y de su ego.

Es el muro que confrontamos e ignoramos, esté fuera o dentro. En la realidad somos nosotros en nuestra soledad.


Photo Credits: Chris Marchant ©

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