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¿Somos nuestro destino?

“Tengo malas calificaciones porque el profesor me odia”

“Siempre llego tarde al trabajo, pero no es mi culpa, había mucho tráfico”

“Tengo mala suerte en el amor, todos los hombres son iguales”

Más de una vez hemos escuchado estas frases que nos invitan a compadecernos del otro, darle una palmada en el hombro y decirle que lo entendemos, pero ¿Existe realmente la mala suerte? ¿Somos responsables de nuestros actos o somos víctimas?

Julian Rotter, uno de los psicólogos más influyentes en cuanto a aprendizaje social, señaló que los individuos poseen gran influencia sobre lo que ocurre en sus vidas. Esto se debe a lo que él denominó locus de control. Cuando las personas creen que los acontecimientos dependen del destino, la suerte, u otros individuos se dice que estos poseen locus de control externo, mientras que, aquellos que tienen la creencia de que su comportamiento es el determinante de su destino poseen locus de control interno.

De acuerdo a esta teoría, quienes poseen un locus de control interno tienen mayor autocontrol y motivación al logro que aquellos que creen en la suerte y el destino, lo cual ocasiona actitudes positivas como por ejemplo, planes de asistir a la universidad, y cantidad de tiempo dedicada a actividades académicas.

Después de todo, somos víctimas y victimarios de nuestra vida, ¿Cierto? Independientemente del gobierno, los jefes, el trabajo, la familia, que tengamos, tenemos que tomar responsabilidad de nuestras acciones, ya que son las únicas que nos llevarán lejos. Una vez aceptada esa responsabilidad todo fluirá.

Desconocer nuestro poder sobre lo que ocurre, incluso en el entorno, puede traer consecuencias catastróficas. Un estudio realizado por Sims y Baumann demuestra que en el caso de una catástrofe natural como un tornado, en los estados con mayor cantidad de “internos” había menor porcentaje de muertes que en los estados con gran cantidad de “externos”. Esto se debe a que la creencia de que el propio comportamiento puede cambiar eventos futuros condujo a los individuos a prestar atención a las noticias y alertar a otros, mientras que los “externos” se sentían incapaces de lidiar con la naturaleza.

Quizá es tiempo de cambiar, de convertir “creer en nosotros mismos” en nuestro primer mandamiento antes que la suerte, dios, o el destino. Debemos aprender que nuestras habilidades son infinitas, pero somos nosotros quienes nos empeñamos en creer lo contrario. Debemos dejar de ser las víctimas para convertirnos en los dueños de nuestra vida.


Photo Credits: Hartwig HKD

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