Cuando estudias periodismo son muchos los profesores universitarios que te repiten lo mal que está la profesión a nivel laboral. Las altas cifras de desempleo que hay para esta carrera y por ende lo difícil que será encontrar un trabajo. Lo cierto es que una vez sales al mundo real –porque todo lo que vives antes no es real- es que lo de conseguir trabajo es, como poco, jodido. Por no hablar de conseguir uno digno.
Dentro del marco de la crisis económica, los medios de comunicación –en su condición de empresas- se han acogido a eso de tenerte de prácticas eternamente, no contratar y venderte la moto de que trabajar con ellos sin recibir un duro a cambio es todo un beneficio para ti porque “estás haciendo un máster acelerado”. Y, claro, uno que acaba de salir, más verde que otra cosa, de la universidad y que tiene un currículum que no pasa de la página acepta estas condiciones por la experiencia que le toca; contribuyendo así a la cada vez más precaria situación laboral del gremio. Y así vamos, de prácticas en prácticas, comiendo de la experiencia hasta que no les salimos rentables o hasta que un buen día te levantas y entonas, a expensas de tu currículum, un “hasta aquí”. Pero no pasa nada porque detrás de cada uno hay cientos de periodistas recién graduados o en sus últimos años de carrera dispuestos a lo mismo.
Pero la precariedad laboral no es el único vaticinio que hacen los profesores a lo largo de los años de formación. Otro de ellos, que muchas veces llega en forma de interrogación, es la anunciada muerte del periodismo que se achaca a la era de la información y a la posibilidad de que cualquiera informe a través de las redes sociales o blogs sobre hechos noticiosos que haya presenciado. Pero, ¿es realmente culpa del fácil y barato acceso a la red que la calidad del periodismo decaiga por momentos? Si tenemos en cuenta que en las redacciones de los medios de comunicación hay más becarios y estudiantes de prácticas que periodistas con una considerable trayectoria, dudo mucho que la culpa sea de la era de la información. Pero este no es el único motivo por el que el periodismo pierde poder.
Los grandes medios no solo han decidido evitar gastos no pagando a los profesionales, sino que se han apuntado a una carrera de sacar beneficios a costa de la información que publican. Todo se hace corriendo y mal. La investigación prácticamente ha desaparecido y las historias ya no se miman, porque todo esto implica tiempo y a más tiempo, menor rentabilidad. Por no hablar de que dentro de esa carrera por publicar antes y tener más clics se recurre al sucio juego de titular, de forma jugosa y sensacionalista, textos que no dicen nada, en resumidas cuentas: textos basura. Y es cierto que la gente los consume, y “las 10 cosas que necesitas saber si eres pelirrojo” o “Lo que dijo X famoso cuando probó su primera croqueta” siempre están entre las “noticias” más leídas de los medios. Pero, si no vendes basura no hay basura para consumir. Y es que nada de eso es periodismo. Es así de simple.
Afortunadamente existen nuevos medios dispuestos a mantener vivo el cuarto poder. A tratar con cariño la información, analizarla y darle continuidad. A no quedarse en la superficie, a ir mucho más allá. Así que, el periodismo no morirá mientras siga habiendo quien, haya o no estudiado la carrera, quiera ejercerlo.
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