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Seminario

II

En el tercer año de la carrera universitaria, cursó un seminario de nombre “Archivo, identidad/alteridad, sujeto pos-moderno y reverberaciones derrideanas”. Lo dictaba el profesor Rogelio Funes Mori, un viejo alto y desatento cuya trayectoria académica era mayormente desconocida, si bien los alumnos le tenían mucho aprecio. El semestre sucedió entre lecturas desordenadas y de difícil conciliación y discusiones acordes. Al finalizar, los asistentes debían realizar una investigación y la propuesta que le hizo a Funes Mori fue aceptada con entusiasmo desmedido: se le ocurrió que podía intervenir la Wikipedia y registrar las reacciones de los otros contribuyentes. En un comienzo tuvo que superar algunos problemas técnicos imprevistos: dado el volumen de modificaciones apócrifas, tanto su IP como sus usuarios eran sistemáticamente bloqueados. Ignacio, que comenzaba la carrera de Ciencias de la Computación, proveyó las herramientas para esquivar estos problemas, las cuales combinaban una batería de usuarios distintos con proxies para modificar la IP y no ser tan fácilmente detectado por el sistema. Así pudo dar comienzo a la investigación. El primer fenómeno registrado fue, frente a la inserción de datos falsos en los artículos, el pedido de expreso de fuentes (“citation needed”). Lo resolvió sin problemas mediante la referencia tanto a libros o revistas inexistentes como a páginas inexistentes de libros o revistas existentes. Ése fue el primer descubrimiento que llamó su atención: bastaba la inserción de esta bibliografía ficticia para aplacar la mayoría de las revisiones de los cancerberos del saber. El segundo descubrimiento fue menos sorprendente, aunque la constancia de su constatación sí lo fue: los artículos históricos y científicos eran menos supervisados que aquéllos biográficos de actores, músicos o deportistas. Estos últimos apenas podían tolerar días de adulteración antes de que alguien los rectificara. El siguiente hallazgo fue quizás el que más impresionó a todos los que tuvieron contacto con la investigación: luego de algún tiempo de que una modificación persistiera, era imposible volverla atrás. En pocos meses, cientos de páginas replicaban literalmente el texto original de la Wikipedia y, por más de que se borrase el contenido apócrifo del artículo, otros usuarios lo incorporaban nuevamente, apoyados en la multiplicidad de fuentes que certificaban el dato. El último descubrimiento fue el que, en lo personal, más le llamó la atención. Sin importar el género de los artículos, las rectificaciones eran más usuales mientras más cercano en el tiempo fuera el personaje o evento al que se hacía referencia. Así, la página de Einstein apenas soportó unas horas la incorporación biográfica de los derroteros futbolísticos en las divisiones inferiores de un club desconocido de Munich. Ptolomeo, en cambio, todavía incluye las referencias de Sexto Empírico acerca de que la poesía erótica fue aquello que lo había hecho primeramente famoso en su tiempo. Lo mismo sucedía con actores: la entrada de Brad Pitt sólo resistió unas horas la descripción de la polémica con Greenpeace debida a casos de zoofilia, pero James Stewart indicó durante siete meses que el actor era un físico autodidacto con artículos publicados en reconocidas revistas profesionales, uno de los cuales fue el germen para la idea que derivaría en la radiación de Hawkings. Entre las conclusiones del trabajo, se indicaba que no podía ser el caso de que los usuarios corrigieran la información actual más asiduamente que la pasada porque tuvieran más datos sobre lo actual: de hecho, era fácil verificar que lo contrario era cierto, pues a medida que un suceso se aleja en el tiempo hay más y más bibliografía al respecto. La hipótesis que sugirió, producto de una discusión con Funes Mori, fue que los usuarios se sentían particularmente responsables respecto del pasado inmediato, como si fuera su deber proporcionar para la posteridad la información adecuada. Al pasado lejano, en cambio, lo dejaban en manos de sus protagonistas y en menor grado de estudiosos especializados. Esto era muy llamativo dado que posibilitaba el tercer fenómeno registrado, el de la clonación de los artículos adulterados.

Al terminar el paper, fue calificado con la máxima nota y, bajo una leve presión de Funes Mori, presentó el resultado en un congreso. El éxito fue tal que los próximos dos años viajó seis veces a distintas jornadas científicas, presentando en cada una de ellas el mismo trabajo, sin ninguna modificación.

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