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Alfredo Villanueva

Poemas escuetos

 

Salve Regina

Pour François Poulenc

En cualquier momento de sus vidas,
sufre el arrobamiento del martirio
Y no lo olvida. Lo convierte en arte.

Piruetas, trinos, palabras, trazos.
Anónima hormiga industriosa
creando catedrales y vitrales
a costa de temporero sacrificio.

Carmelitas. Como las añora.
Las contempla subiendo al cadalso.
Será el testigo y la víctima.

Ahora va de sueño en espejismo, buscando
el sacro sonido de la guillotina
que cada día lo duerme, lo despierta.

 

Qué estupidez

Si recoge sus motetes y se larga,
habré perdido la contienda.
Se convertirá en otro fantasma
de los que a perpetuidad me rondan.

De los que yacen en mi lecho, y ejecutan
el amor impropio de los espectros,
provocando sueños empapados
de sangre, sudor, semen, lágrimas.

Pero no ocurrirá. Una amargura
más cohesiva que cualquier deseo
nos convierte en maltrecho artefacto,

pero funcional. Como los corceles
de aquella incierta fábula. Despiertos,
contrarios. Dormidos, semejantes.

 

-Odisea en cuatro tiempos-
-Telémaco-

Mi padre me entregó, todavía imberbe,
a este hombre, que me acariciaba
con la mirada, y me regalaba
cascos, lanzas, por verme
con ellas, desnudo, en el gimnasio.

En mi nuevo hogar tuve otra madre
más discreta, sutil, feroz tejedora.
Un perro de familia, ahora mío.
El Erastes encontró su Erómenos.

Nos lo arrancaron para una guerra:
un cachondo, una adúltera, un cornudo,
dioses caprichosos. Odian cuando aman.

Mi madre ahora desteje pretendientes.
Les coqueteo. Visito porquerizas.

 

-Penélope-

Cómo la echo tanto de menos.
Esa poeta con isla privada
donde vacacionar no conlleva maridos,
gineceos, o burdos pretendientes.
Cuánto me disgusta ese lecho vacío

que comparto con Odiseo, Telémaco
y la ocasional doncella dócil
que admira mi telar, la destreza
cuando hago el amor como sólo
puede que lo haga Afrodita.

La tranquila sensualidad de la lengua,
la urgente calentura de los dedos,
Mas necesito a mi guerrero en casa.
Requiero su carcaj, su arco, sus flechas.

 

Odiseo

Zeus me libre de mirarme al escudo.
Estoy cansado de brujas y doncellas.
Me utilizan para dubios placeres.
Luego me descartan, sábana sucia.

Sólo deseo regresar a casa,
al adolescente que paciente me espera
mientras desteje las redes con que atrapa
pretendientes apetitosos.

Que no se acerque Pallas Altanera.
No quiero pavoneos de dioses o diosas.
Juegan con el hermalfredito errante
que rueda de isla en isla, negociando

un archipiélago de manos foráneas,
el retorno a los cuerpos en el tronco del árbol.

 

Coda en ritmo de danza

Cuando Odiseo al fin regresó a la isla
ya la ocupaban fuerzas extranjeras.
Penélope vendía empanadas y alcapurrias
en cada esquina de Sol y Luna
desde un caldero cuya manteca
burbujeaba gemidos de danzas.

Telémaco prosperaba en su carnicería,
manejando el matadero de Eumaio;
peritos en destripar cerdo y cordero,
endeudados hasta la deuda externa.

Los protegió un punto de pretendientes
duchos en sazones adictivas.
Con el tiempo llegaron al nirvana:
colonia, desvergüenza, diáspora.

 

-Trumplandia-

Se impone el olor a madera quemada,
lo que quiere decir que hace frío.
Intenta arroparse con vidrio sangriento
y un pesebre ciego, sordomudo.

Comenzó el fin del mundo. Muy pocos
se han dado cuenta. Celebran
la llegada de la Bestia Naranja
rodeada de basura blanca,

los odios de la hélice doble,
la violencia de los ancestros,
la máscara del espejismo libertario,
el hegemónico terrorismo de estado.

Nadie creyó en los gritos de Casandra.
Murió en la Amérika burundanga.*

 

Yuca amarga

El año se llevó al adolescente
muerto de hambre en medio del oro
cochano, o negro, hecho de mazorcas,
metamorfoseado en yuca amarga.

Raíz tan letal como el curare
o foráneos dictadorzuelos
que determinan la muerte de todos
los vástagos de María Lionza.

Llora desolado el negro Felipe.
Gime el cacique Guaicaipuro.
El padre Gregorio se flagela.

¿Quién se atreverá a perturbar la luna
del que yace en un pasillo, por falta
de una arepa, un perico*, una hallaca?

 

Bola negra

A los que digan: “qué bonito poema”
les desbarato testículos y ovarios.
No escribo desde la estética mediocre
sino desde la destetada, descarnada
miseria de una especie maldita.

Cuánto mejor recibir bola negra
de mercaderes manipuladores
creando espejismos de vidrio sangriento,
cordones de palabrería lacrimosa,
cadenas de cuerpos para la venta.

Asciende un pájaro, buscando tierra.
El desorden impera. La ignorancia rige.
Se impone la ley del más desquiciado.
Baila el oleaje su certero aquelarre.
28.04.2017

 

Jehová Ñam Ñam

Jehová es mi pastor. Ay, coño.
No sabía que me había convertido
en el cuadrúpedo de la colonia.
Balo y me embalo para olvidarlo.
Esto de rebaño suena a rebanado.

Nada me faltará, porque obedezco,
dócil corderito aderezado.
El lobo vestido de pastor me alimenta
con navajas de ajo, menta, cilantro.

Afila el instrumento de descanso,
pero antes, me dará aguardiente.
Me ensartará en su cayado rotativo.
Me ungirá con aceite de oliva
Descansaré para siempre en su mesa.

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