Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Sebastián Coloma
Sebastian Coloma

Sebastián Coloma: plasmando su identidad latinoamericana con la música 

Carismático, alegre, y con una profunda sensibilidad social. Así es Sebastián Coloma, cantautor, compositor y productor musical venezolano de 25 años, quien tras haber crecido entre Caracas, Ciudad de Panamá y Nueva York, hoy expresa el orgullo por su cultura e identidad latinoamericana a través de la música. 

Hay dos cosas que apasionan a Sebastián: la música y Latinoamérica. La primera, a lo que decidió dedicar su vida, y la segunda, en donde halla inspiración para la primera. Cuando nos encontramos en “Toñitas”, el icónico bar símbolo de la resistencia puertorriqueña en Williamsburg, fue inevitable el sentirnos de vuelta en nuestros países. La decoración, la música, la gente, todo nos llevaba a recordar de dónde venimos, y a dónde siempre queremos regresar. Lo cité allí simplemente para que me contase su historia, siempre me ha fascinado encontrar a latinoamericanos a quienes les apasione compartir nuestra cultura por estos territorios y crear arte en nuestro idioma natal. Conocer qué hay detrás de todo este trabajo, es uno de mis pasatiempos preferidos. 

«Me dijiste que eras venezolano, pero yo te escucho más como panameño”, le decía entre risas. En realidad soy de varios lugares “Soy de Latinoamérica”, respondía entusiasmado. Es hijo de padres peruanos, pero nació en Caracas,  donde vivió hasta cumplir los diez años. Luego, junto a su familia se mudó a Ciudad de Panamá, donde cursó sus estudios secundarios. Un año después, en el 2013, vino a estudiar en Nueva York, ciudad en la cual, más tarde, decidió radicarse permanentemente para desarrollar su carrera musical. Parte de su familia, a quien visita ocasionalmente, vive entre Buenos Aires y Lima. También tiene amigos de toda América Latina, y con ellos comparte historias y realidades bastante similares. Todas esas experiencias, en un solo conjunto, han influenciado la manera en la cual ha encontrado su propia identidad y estilo musical, pues sus producciones son un vivo reflejo de lo que América Latina es: diversidad.  

Mientras en el fondo sonaba la música de Rubén Blades, ícono de la salsa caribeña, le preguntaba acerca de sus inicios en la la música. “Hago música desde que tengo memoria” nos dice. De pequeño, solía jugar con una guitarra que tenía su papá, pero en la adolescencia empezó a involucrarse en bandas juveniles de rock, y a presentarse en escenarios locales en Panamá. Esta afición, fue poco a poco convirtiéndose en una pasión mucho más grande, la cual lo llevaría a estudiar Ingeniería Musical en New York University, siendo el único estudiante latinoamericano de su generación. 

Al llegar a Nueva York, la ciudad lo sedujo con su enorme diversidad cultural y étnica, y “fue una gran y acertada decisión”, afirma con seguridad. Pues, el estar rodeado de gente y artistas de todo el mundo, lo ayudó a enriquecer enormemente su apreciación musical y cultural a nivel global. Sin embargo, esta misma multiplicidad de identidades, lo llevó a cuestionarse acerca de la suya. Llegó un punto en el que sentía que, a pesar de la magnitud de la ciudad, algo le hacía falta. Esa nostalgia lo llevó a acercarse nuevamente, a través de la música a sus raíces y al folclor de América Latina.  

“Cuando componía mis primeras canciones, lo hacía en inglés. A pesar de tener el conocimiento para hacerlo, sentía que esto no reflejaba quién soy ni lo que quería contar”, asegura. Una noche, en su dormitorio universitario, mientras escuchaba una lista de reproducción de música latina, sintió que todos estos ritmos que iban desde la salsa al rock, le recordaban su casa, a su familia y a los amigos con los que creció. Se cuestionó entonces, preguntándose porqué no crear algo que pudiese transmitir ese cúmulo de experiencias sin quedar encasillado en una categoría específica. Fue así que divisó lo que podría reflejar, lo que él mismo es, a través de su música. Decidió partir de una innovación de sonidos y géneros a la que categorizaría como “fusión latina”, combinando una variedad de ritmos que, aunque pudiesen parecer radicalmente diferentes, reflejan la diversidad artística del continente.  

De esta inspiración salió su primer sencillo: Al Compás, una pieza musical explosiva e innovadora, que combina sonidos melódicos inspirados en la salsa del Caribe, y el rock argentino. Con esta canción participó en el Ultra Violet Live, el concurso artístico más grande de NYU, en el cual talentosos ex estudiantes como Lady Gaga, o Brandyn Burnette, también habían concursado. Sebastián se convirtió en el ganador de la categoría “Best Original Vocals”, siendo el único participante en presentarse con una composición en español. Tanto el público como los miembros del jurado, en su mayoría norteamericanos, quedaron cautivados. A pesar de no entender el idioma, apreciaron su fusión sonora.  

Es inevitable el cuestionarse acerca de porqué pudiendo hacer música en inglés, él prefiere hacerlo en español. “El cantar y escribir música en español, tiene algo extra especial. Podría hacer música en inglés, pero al hacerlo en español especialmente en Estados Unidos, siento que refleja no solo quien soy yo, sino quienes somos los latinos” responde entusiasmado, mientras a nuestro alrededor voces hablando en inglés, español, y espanglish, reflejan la diversidad del país en el que vivimos.  

Hasta ahora, Sebastián ha sacado cinco canciones, todas de su autoría o en colaboración con músicos latinoamericanos. Por lo general, estas cuentan experiencias propias o de personas cercanas a él. En “Ella canta”por ejemplo, Sebastián describe como la música puede ser un refugio en momentos difíciles, un puente para poder expresar emociones. Hace algunos meses, grabó una versión acústica con la cantante colombiana Alea, también radicada en Nueva York.  

Cerca de nosotros un grupo de personas comentan lo difícil que se ha puesto vivir en Nueva York. Entre risas, sabemos que en esa conversación hay algo de razón. “Una persona que vive en Nueva York no para nunca, tienes que trabajar muy duro para lograr tus metas. Es una ciudad que te exige que des lo mejor de ti, y si no lo estás haciendo, sientes que te estás quedando atrás.” menciona Sebastián, a lo que añade que en base a estas experiencias, empezó a componer una canción que habla de salud mental. Considera que hablar de este tema todavía es un tabú, y que desde su posición de artista siente la responsabilidad de hacerlo. Sin embargo, a pesar de la presión de la ciudad, también afirma que ve a Nueva York como su hogar, un hogar que se volvió mucho más cálido, desde que encontró a la comunidad  latina, que siempre lo hace sentir más cerca de casa.  

Entre risas y compartiendo experiencias, bastante similares, llega la hora de despedirnos. Con emoción me dice que pronto irá de visita a Panamá, pero que cuando regrese a Nueva York, planea lanzar su primer disco. Afirma que quiere seguir trabajando con otros músicos locales, y que su sueño es poder recorrer el continente con su música, y seguir conectando a más latinos en Estados Unidos. Nos despedimos, y me quedo pensando en su entusiasmo tan contagioso. Esta charla me llevó a cuestionarme sobre qué puedo hacer yo desde mis espacios, y también con las experiencias acumuladas a lo largo de los años vividos en esta ciudad. Y es que Sebastián es uno de esos personajes silenciosos e interesantes que Nueva York me ha dado la oportunidad de conocer. Personas quienes trabajan con la inspiración de nuestras raíces, en cada una de sus disciplinas. Según dice Sebas, en eso radica la magia de la música, y del arte: “Que la gente pueda entender e identificarse con lo que expresas. Que puedan encontrar en lo que haces, un reflejo lo que son y lo que sienten, que puedan conectarse con sus memorias, anhelos, ilusiones y desilusiones, y por qué no, con su identidad latinoamericana».

Hey you,
¿nos brindas un café?