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Paola Maita

Se solicita buena presencia

Como persona curiosa y amante de la lectura que soy, me encanta leer todo lo que se le atraviese a mis ojos. Recuerdo que desde que aprendí a leer, he ido chismeando todos los carteles que he podido. Es así como me he tropezado muchísimas veces con el siguiente tipo de anuncio: “Se solicita: Cualquier cargo. Requisitos: -Varios pertinentes al trabajo –Buena presencia”. Desde el cargo más bajo en una organización hasta el más alto necesitan de esto, pero al final del día nadie me ha explicado qué es la fulana buena presencia.

Algunos dirán que se trata de ser bonito/a, estar bien vestido, o incluso tener los senos operados, o una mezcla de todas las anteriores. Yo por mi parte sigo sin saber qué es, sólo sé que es algo que los empleadores han considerado relevante pedir, al menos en los últimos 20 años que son los que he podido constatar a través de mis curiosos ojos.

Cuando fui a mis primeras entrevistas de trabajo, me preguntaba si tendría esto de la buena presencia, si era algo que le impresionaría al entrevistador, porque al final del día es algo muy subjetivo. Las he tenido de todo tipo: acompañando a una abogado en uno de sus días para ver si podía “dar la talla” para ser su asistente, bailando para ser maestra de flamenco, hablando inglés para profesora del idioma y, más recientemente, hablando con psicólogos y directores de colegio para cargos de terapeuta. He tenido la suerte de poder trabajar en lo que he querido, pero sigo sin estar segura de si eso implica que tengo la tan mentada “buena presencia”.

No tengo claro si es algo netamente venezolano o traspasa las fronteras, pero intuyo que el concepto es un todo indefinible con palabras, una sensación dérmica que pasa por el arco reflejo, saltándose el llegar al cerebro.

Creo que tener buena presencia es uno de los requisitos más injustos que puede haber en el mercado laboral. En primer lugar por ser subjetiva su apreciación, dado que no hay un concepto universal.

Luego tenemos que para las mujeres es más costoso mantenerla que para los hombres, por el famoso impuesto rosa, aparte de soler ganar menos que sus contrapartes masculinas en los mismos cargos, en la mayor parte del sector industrial.

Finalmente, si en realidad se trata de belleza física, estamos fregados. He leído sobre las ventajas y desventajas de tener buena apariencia, tales como que es posible que te paguen más o de ser más probable ser acusado como culpable de delitos como estafas y fraudes. Entonces, ¿De verdad es tan ventajoso?

El punto no es demonizar la apariencia física, porque ciertamente es la carta de presentación, el detalle está en si es justo que el trabajo de alguien en rubros distintos a los de la belleza dependa de eso, al menos de entrada.

En este mundo donde no hay nada cierto, agregarle criterios que resultan oscuros a algo tan importante como la selección de un personal para determinado cargo no hace más que añadir estrés innecesario a un proceso que de por sí es enervante. Al final, lo importante, no es (o no debería ser) el color del gato, sino que cace ratón.


Photo Credits: Markus Spiske

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