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playa esterillos
Photo by: haley8 ©

¿Saudades en Esterillos?

¿Vine a Playa Esterillos en busca de mi adolescencia, de mi vida de muchacho antes de emigrar?

Salí de San José en busca de quietud y recalé en esta playa amplia frente al Pacífico. Se extiende de oeste a este a lo largo de muchos kilómetros. La cortan varios esteros pequeños, dividiéndola en secciones: Oeste – Centro – Este – Bejuco.

Hace poco mi hermana Anto estuvo aquí y me recomendó un hospedaje tranquilo frente al mar. Me instalé y salí a buscar la casa en que nuestra familia veraneaba durante mis años de secundaria. Vacacionábamos junto con la familia Brenes, con la que teníamos una estrecha relación. Nuestros padres eran amigos desde su adolescencia. Y mis hermanas y yo congeniábamos pura vida con Tania y Andrea, las chicas Brenes. Veníamos los nueve juntos a una casa justamente en este sector, Esterillos Centro.

Después de buscar un poco, reconocí la casa por su corredor del frente. Allí nos sentábamos por las noches a conversar y comer granizados –hielo raspado bañado en sirope, leche condensada y leche en polvo– mientras escuchábamos el romper de las olas. Al ver la casa, ahora vacía y en venta, sentí un toque de nostalgia por aquella época y por nuestras amigas.

Salí a la playa por en medio de palmeras y almendros. Saludé al mar impetuoso y caminé hacia el estero, al este, como lo hacíamos las cuatro muchachas y yo mientras conversábamos. ¿De qué? No recordé ningún detalle pero mi memoria afectiva rescató el placer y cariño que permeaba nuestras caminatas y nadadas en el mar. Con Tania, sobre todo, me unía una linda amistad con bastante afinidad intelectual. Y Andrea me parecía sensible y creativa. Disfruté las sensaciones al reactivarse esos afectos en mi cuerpo-mente.

Pero sé que no vine a Esterillos por saudades o para revivir alguna experiencia pasada. Vine para vivir las experiencias que ahora me presenta. Por ejemplo, en aquella época no sabía reconocer la Cruz del Sur cuando aparecía en el firmamento, sobre el mar. Pero ahora sí la reconozco y ubico. Esta noche, cuando aparezca esa constelación tutelar en mi vida, la saludaré. Y le agradeceré a Esterillos las nuevas experiencias que me propicia.


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