Durante la etapa de carnavales, siendo yo un adolescente, una mañana temprano del mes de julio, mientras el acostumbrado sol ardiente ya refulgía en nuestro cielo en el Este de Cuba, fui por primera vez, junto con un amigo, a nuestro mundialmente famoso Santuario del Cobre.
Una tradición genuina del pueblo cubano ante su patrona, enmarcada en el sincretismo de la religión católica y la Yoruba, es la de visitar el santuario y solicitarle a la virgen que cumpla un deseo.
Inmersos en nuestras meditaciones, en ese espacio tan sobrio, fuimos interrumpidos por el otrora famoso músico e, indiscutiblemente, fantástico bailarín de la Orquesta Aragón, el célebre Felo Bacallao. Él se interpuso entre nosotros y la imagen de la virgen, se persignó ante ella, y le manifestó toda su devoción, quizás sintiendo aun la resaca del ron cubano latente en su sien, después de haber estado amenizando la orquesta hasta la madrugada con el ritmo inconfundible de los carnavales del Cristo.
En muchas partes del mundo existen lugares sagrados. Para los cubanos, el Santuario del Cobre constituye no solo una de las tradiciones más antiguas y mayormente veneradas, sino que deviene en un símbolo nacional de cohesión alrededor de nuestra idiosincrasia, que une a creyentes, agnósticos o ateos. Llamada Cachita en la expresión más popular del pueblo, Virgen de la Caridad para los católicos y Oshun para la descendencia afrocubana, simboliza la adoración espiritual de los cubanos por la virgen. Ante ella todos somos sus hijos, sin diferencia de clase ni abolengo, unos pidiéndole su bendición, y otros su Aché.
La historia y la leyenda se fusionan para narrar su procedencia. La historia dice que el rey Felipe II en 1597 conminó al capitán Francisco Sánchez de Moya defender las Sierras del Cobre de los ataques piratas, tierras estas aledañas a Santiago de Cuba, ciudad erigida ya en 1515. A su vez, ordenó construir una pequeña iglesia en sus inmediaciones, para venerar a la Caridad del Cobre. Francisco antes de partir, ordenó tallar la imagen de la virgen en Toledo, la cual llevó a la isla y depositó en la ya mencionada pequeña ermita que construyó por orden del rey.
El historiador cubano Leví Marrero encontró en el Archivo de Indias de Sevilla, el documento “ Audiencia de Santo Domingo, legajo 363”, autos de 1687-1688, que narra la leyenda de cómo encontraron a la virgen, y expresa que en el 1613, tres jóvenes, dos indios y un niño negro de solo 10 años, se encontraban en la bahía de Nipe en una barca buscando sal, cuando vieron navegando sobre las olas una tabla con la imagen de la virgen que llevaba a un niño en su regazo izquierdo, y una cruz en su mano derecha, y una escrita que decía: soy la Virgen de la Caridad. Llevaron la figura a un poblado cerca de las inmediaciones del Cobre de donde procedían.
En 1926 se terminó de construir el actual Santuario, el anterior se había desplomado en 1906 por los estremecimientos sísmicos que ocasionaban las explosiones en las minas cercanas. La inauguración de la nueva construcción fue el 8 de Septiembre de 1927, de ahí el día de su veneración. En 1998 personalmente el papa polaco Juan Pablo II, coronó a la virgen patrona de Cuba durante su visita a nuestro país.
En el año 2009 nuestro hijo Mario Alejandro y Yaima su esposa, contrajeron nupcias en Cuba, y junto con su hermano Mario Dennys emprendimos un pequeño viaje por las cercanías de Santiago de Cuba, para ellos un tanto desconocidas, y no pudo faltar la visita al Santuario del Cobre donde le depositamos a la virgen un ramo de girasoles, su flor preferida. Todos espontáneamente frente a ella, como siguiendo un ritual ancestral, le solicitamos su bendición y perdón por algún error cometido en nuestras vidas.
Allí pudimos apreciar también las diferentes ofrendas que los peregrinos le han obsequiado a la virgen, entre ellas el galardón de reconocimiento como Premio Nobel por su refinada literatura, y en específico por su famosa novela El viejo y el Mar, inspirada en la tradición pesquera del pueblo cubano, del escritor norteamericano Ernest Hemingway.
Años más tarde y a petición nuestra, uno de los más humildes párrocos de Cuba, con el cual tengo una larga amistad y hermandad, el padre Jorge Catasús, vertió el agua bendita en la cabeza de mi nieto Alejandrito sostenido en los brazos de sus padres, continuándose así la tradición familiar por nuestra eterna y siempre profundamente venerada Virgen de la Caridad del Cobre, que recoge en su seno más que un sentido religioso. Ella alberga la espiritualidad que lleva intrínseca cada cubano por ella.
Mi amigo Catasús años atrás tuvo el privilegio de presentar el libro de la destacada historiadora cubana Olga Portuondo, titulado “La virgen de la Caridad: símbolo de cubanía”, donde expresa: Uno de los méritos más notables de la obra de la Dra. Portuondo es haber hurgado y puesto al relieve el carácter mestizo de la devoción mariana, con sus componentes: hispano, aborigen y africano, retrotrayéndola hasta sus inicios en el seno de las comunidades indígenas.
Por otra parte nuestro insigne historiador cubano de todos los tiempos el Dr. Fernando Ortiz, en su valiosísimo libro La Virgen de la Caridad del Cobre, Historia y Etnografía, expresa que “la Virgen de la Caridad del Cobre es una figuración religiosa integrada por múltiples elementos de muy diverso carácter y origen, que en aquella han venido a condensarse y cristalizar. El elemento material me parece menos interesante; más significativos e importantes son los factores espirituales. No significa tanto el origen de la efigie, obra de anónimo artista, poco notable, por cierto, como la procedencia de todos los factores que han determinado esa devoción cubana, sus matices históricos, su arraigo, su nacionalización y sus posibilidades”.
Nuestro amigo Jorge Catasús en la presentación ya antes citada, sintetiza con estas palabras finales el símbolo de nuestra virgen para el pueblo cubano “En nuestras mentes y corazones, reconocemos todos a Cuba cuando aparecen ante nuestros ojos el escudo o la bandera, o cuando resuena en nuestros oídos el Himno de Bayamo que evoca el inicio de nuestras gestas independentistas. Pero, ¿qué sucede cuando nuestros ojos se posan en la imagen de la Caridad del Cobre, qué representa ella en nuestras historias personales y en la historia patria, qué desencadena en lo más íntimo de nuestro ser? Hay fibras interiores que sólo resuenan ante este símbolo que tiene connotaciones de otro orden, personales, maternas.
Surge esta crónica como homenaje a un día, hoy en su veinte aniversario, durante la visita del Santo Padre a Santiago de Cuba, cuando en palabras del Monseñor Pedro Meurice se expuso con valentía y sensatez la real situación del pueblo cubano, solicitándole al papa polaco declarase a nuestra adorada virgen patrona de Cuba como también su reina. También se pidió a Juan Pablo II orar por todos los cubanos, los de dentro y los de la diáspora, que son todos hijos de una misma nación. Ese gesto será imperecedero.
Photo Credits: Santuario de El Cobre, Santiago de Cuba – Mapa Historico Pintoresco Moderno de la Isla De Cuba – May, B. y Ca.