Después de viajar alucinado por mi pedacito amado del istmo centroamericano en pleno verano, hoy disfruto del silencio y la suave luz brooklynense en pleno invierno. Cada lugar tiene su belleza y gente querida. Cada uno sus dolores y amores, ausencias y presencias. Cada uno tiene sus sabores de «sensatez y contradicciones,» como en la canción de Elsa Basil que me compartiste en esta misma estación pero en otro tiempo, otra vida. Cada lugar, así como cada fase de la vida y cada persona amada, tiene sus sabores, como en los versos de “Soma”:
Tu boca
sabe a amor de amores,
sabe a dulce liga,
sabe al zumo de la cáscara de mandarina,
sabe a contratiempo y a sabiduría.
Disfruto de la memoria, imaginación y deseo de todos esos sabores mezclados al morir esta tarde invernal.