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Sergio Marentes
viceversa magazine

Con saber pedir y recibir tendríamos

En el programa de televisión investigan un accidente aéreo a partir de una colisión entre dos aeronaves a pocos metros de una bahía en donde está atracado un tesoro histórico y turístico de la nación que, por seguridad nacional, no menciono. Teorías van y vienen como perdigones en una guerra mundial. Y, en el sitio del siniestro, hay prejuicios esparcidos por aquí y por allá, y conclusiones de todo tipo pelean por salir de las bocas cerradas para siempre. Luego de inventar y descubrir una infinidad de cosas sobre la caída, los investigadores concluyen que la culpa la tuvo un niño que manejaba un dron lo bastante alto como para obstruir de golpe uno de los motores de la aeronave que, por motivos misteriosos, volaba demasiado bajo. Así termina el programa, porque así es la televisión: su tiempo es oro; oro barato.

Pero, como padezco la enfermedad de la literatura, no me bastó con eso y me puse en la tarea de investigar más sobre el hecho y el por qué de las conclusiones prestas de los presuntos investigadores. Resultó ser que un hombre halló una lámpara mágica y pidió poder volar, pero no cómo. Acto seguido, el genio malévolo lo convirtió en una aeronave pequeña para cumplir con su palabra. Por supuesto el hombre, inexperto y ansioso por hacerlo, se elevó sin ningún tipo de control aéreo o con algún conocimiento esencial de las normas básicas de navegabilidad. Y luego, porque mi enfermedad es terminal, leí más sobre el hombre y sobre el genio. El siguiente deseo del hombre fue volver a tener todo su cuerpo junto, a lo que el genio le respondió convirtiéndolo en un rompecabezas plano de más de cinco mil piezas, eso sí, con todas sus partes ensambladas. La queja del hombre no se hizo esperar y, por último, pidió volver a ser lo que era, pidió que todo desapareciera de su vida, incluyendo su memoria. A lo que el genio le respondió dejándolo como estaba justo antes de hallar la lámpara mágica, pero sin la sensación de haber vivido, por lo menos, algo diferente. Lo último que dijo el genio fue que por eso él estaba destinado a pasar la eternidad encerrado en esa lámpara mientras los hombres no aprendieran a pedir y a recibir.


Photo Credits: Miguel Virkkunen Carvalho

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