“Hay que respetar los derechos del creador, sin olvidar los derechos colectivos”
Gustavo Cerati llegó a decir que era preciso bajar el costo de los discos, para combatir la piratería. Charly García, consultado en Caracas, en 2005, sobre la materia, declaró: “Que no hagan más discos”. Palabra cierta. Si bien el CD no lleva trazas de desaparecer, la migración a digital es irreversible del todo, e implica una nueva era.
“El crecimiento de la Internet, su masificación, trajo una revolución cultural, que todavía no ha sido dimensionada en su justa medida. Dentro de 10 años, comenzaremos a leer textos publicados 20 años atrás, y entenderemos las dimensiones de la revolución cultural que supuso el acceso masivo a las redes, que la gente se pudiera comunicar y compartir conocimiento, información, y todo tipo de transacciones, vía remota”, establece una clara conexión, el abogado Ricardo Alberto Antequera, Managing Partner del escritorio Boutique Antequera, Parilli & Rodríguez quien recibió el Premio Informa WORLD Leaders por Excelencia en el Ejercicio y Litigio Marcario para Latinoamérica y el Caribe.
La industria digital del entretenimiento, asegura, es un eslabón más en la cadena de esa revolución digital. Y como en toda revolución, hay partidarios y contrarios. Todo esto ha supuesto –dice- un gran reto para la propiedad intelectual. “Cuando se abrió el tema de la Internet, comenzaron a surgir las voces agoreras, a vaticinar el fin de la propiedad intelectual, porque el conocimiento tenía que ser libre, porque la gente tenía derecho ante la masificación de la Internet, que no había razón por qué pagar, etcétera. Es un tema superado por la realidad, pero la discusión sigue viva”, explica el profesor de la UCAB.
Más allá de la inocencia
Un ejemplo claro –pone sobre el escritorio- es el Joint Venture, entre la banda irlandesa, U2, y la gente de iTunes, para lanzar de manera gratuita el álbum Songs of Innocence. “A uno le puede gustar o no, pero el negocio cambió. Tú te levantabas ese día, y si eras suscriptor de iTunes, la banda más masiva de los últimos 20 años, había decidido obsequiar un disco. Radiohead fue uno de los pioneros en esto”, espeta, en alusión al lanzamiento gratuito, on line, de la placa In Rainbows.
Rankeado por la más selecta prensa especializada del Reino Unido, como uno de los principales expertos del orbe en esta materia, Ricardo Alberto Antequera hace gala de amplitud: “Cuando uno está en una negociación, debe partir de un inicio. Si partimos de un desacuerdo, donde yo no reconozco lo que tú haces, entonces no hay punto de encuentro. Aunque alguien sea de una tendencia más liberal, y considere que el costo de la música es muy alto, el de las entradas a los conciertos, pero reconoce que debe pagar por eso, podemos hablar”.
Charly García viene a Caracas, toca en la terraza del CCCT, y luego ofrece un recital gratuito en la Plaza Bicentenario. La escalada de la izquierda hace pensar que hay una franja que no tiene acceso a la cultura…
No se puede mezclar cultura con política, aunque los Estados tengan una política cultural. Charly García no le cobra el público, pero no quiere decir que no cobre por tocar en la Plaza Bicentenario. Le paga el Gobierno. El festival más importante, en los últimos 10 años, dentro de esta tendencia, es Suena Caracas. La gente pagó entradas muy módicas. Pero no fue gratis. Cada artista cobró. La pregunta es: ¿quién les pagó? Eso es populismo. Sin creadores, y sin innovadores, no vamos para ninguna parte.
¿Es el mercado de EEUU el más maduro en estos aspectos?
Es el más sano, porque por lo menos están claros. Por ejemplo, si eres estudiante de la Universidad de Stanford –pongamos por caso-, se te asigna un IP, acceso a Internet, pero no puedes descargar música pirata. Si se presume, o se sospecha, que estás descargando música pirata, te llega una advertencia de la vertical de TI de la universidad. Un primer alerta, que puede derivar en una multa, e, incluso, en una expulsión. Hay una conciencia clara de la importancia de la propiedad intelectual como insumo para el crecimiento de la sociedad. Sí. Hay una madurez. El debate hay que darlo, y la discusión sigue.
Cerati llegó a decir que había que bajar el precio de los discos, para combatir la piratería…
La industria de la música tardó un poco en leer los signos de los tiempos. Reaccionó un poco tarde, pero finalmente lo hizo bien. La gente demandaba un nuevo formato de acceso al contenido, y negarse a eso era absurdo. Estamos llegando al punto de equilibrio. La gente quiere disponer de la música, cuando lo desee, y estamos cerca de eso. Si se paga una licencia de Spotify, se accede a una inmensa librería, por un precio único, y se puede escuchar desde donde se quiera, cuando se quiera. Para llegar a eso hubo que pasar por Napster, y un montón de cosas. Pasó un poco con el Betamax y el VHS. ¿Cuál fue el primer video que transmitió MTV? Video Kill, de Radiostar. Era una ironía, un mensaje sobre lo que se venía. La importancia del video.
Pequeñas exquisiteces
“La discusión sobre el vinilo, el CD, y las plataformas digitales, no quiero llamarla bizantina, pero transciende al mainstream, y van al coleccionista. Es como discutir –verbigracia- si es mejor un vino Bordeau cosecha 2009 o un Concha y Toro 2014. El que es aficionado al audio, discute sobre un parlante u otro. Hay prestaciones que se pierden, con la migración a digital, es verdad”, toma un poco de agua, y revisa cada tanto su iPhone 6.
“Si quitas los derechos humanos, ningún derecho es absoluto. Todo derecho está sujeto a límites. El autor tiene un derecho exclusivo a explotar la obra de la manera que le plazca, y a obtener por ello un beneficio económico. Esto no es un derecho absoluto, sin embargo. Youtube es otro canal, y la industria del entretenimiento entendió que puede apoyarse en él. Allí se puede colgar todo lo que no sea explícitamente prohibido. Eso es un equilibrio”, dispara el experto.
¿Hasta qué punto no es mezquina esta lógica: me pagas o no oyes mi música?
Es exactamente igual al acceso a cualquier otro tipo de producto. Que la música alimente el espíritu, es harina de otro saco. Hay gente que siente su espíritu alimentado cuando compra un reloj. No quiere decir que los relojes sean gratis.
Bueno, uno puede escuchar gratis Historias de Fantasmas, de Coldplay, en Youtube. Tal vez haya estado restringido un tiempo…
El límite sigue siendo reconocer el derecho del creador, sin olvidar los intereses colectivos. El rey sigue siendo el contenido, y se han multiplicado los canales de acceso. El artista tiene más fuentes para generar ingresos, así que puede ser más flexible.
¿Hasta qué punto está muriendo el CD?
El CD como producto siempre va a existir, lo mismo que el libro. En Latinoamérica estamos muy lejos de poder alejarnos del producto tangible. En AL tenemos una de las bandas anchas más lentas del mundo. En la medida en que la tecnología no ayuda, los productos materiales seguirán teniendo un espacio.
¿Cuál es el futuro de todo esto?
El futuro es espectacular. Va a ser un gran espacio, un complejo donde coincidirán el comerciante, con el industrial, con el intelectual, y se van a intensificar las transacciones de bienes culturales.
¿Las redes sociales en esto?
Tienen todo el poder. Es poder para la gente. El concepto de democratización del conocimiento se materializa de manera perfecta en las redes sociales.
Bobby Coimbra habla de una dictadura del consumidor…
Se va a horizontalizar el negocio. Además, cada vez es más barato producir discos.