“Residencia en Residencias” es un proyecto concebido por siete artistas argentinas, que comenzó a desarrollarse el 10 de abril de 2020. Con la coordinación de Rita Simoni, la iniciativa tiene como objetivo transformar los hogares de Carla Beretta, Silvia Brewda, Ileana Hochmann, María Emilia Marroquín, Ariela Naftal, Rut Rubinson y la misma Rita Simoni, en el nodo de una residencia artística. En una época tan particular, marcada por un aislamiento forzado, debido a la pandemia global del Covid-19, ellas proclaman que “confinamiento no es aislamiento, sino una posibilidad de encontrarnos de otros modos, a través de plataformas virtuales”.
Lejos del taller y de los elementos necesarios para el trabajo creativo, cada una de ellas se fijó el objetivo de experimentar, desde su domicilio, la producción de obra a través de un fluido intercambio virtual, colaborativo y de curaduría dialogal. Las poéticas individuales se comparten y dialogan entre sí, redundando en una experiencia colectiva, abarcadora y profunda a la vez, que las ha llevado al descubrimiento de nuevos soportes materiales y digitales.
Las obras de “Residencia en Residencias” forman parte de un proceso. No son obras acabadas sino el resultado de un desarrollo que nace de la experimentación y de una nueva dinámica de trabajo. A medida que se suceden las semanas y los meses, entre el encierro y la incertidumbre, las siete artistas logran una mayor soltura en sus búsquedas, mientras observan tanto los aspectos visibles como los ocultos de este vivir incierto, transmutados poéticamente en una nueva sustancia de articulación creativa.
Carla Beretta nació en Rosario en 1965. Es egresada de la Escuela Provincial de Artes Visuales Manuel Belgrano de Rosario y cursó la Licenciatura en Artes Visuales en la Universidad Nacional del Litoral de Santa Fe. Se especializa en dibujo, pintura y fotografía, además de diversas técnicas gráficas como grabado en fotopolímero, fotolitografía y litografía.
Trabaja a partir de lo que ve y siente en la naturaleza y en la sociedad, sus viajes cotidianos y vínculos afectivos, utilizando materiales como papel y tela, de los cuales aprovecha sus calidades, sus texturas y estampados. Imprime telas y papeles a partir de fotografías que ella misma toma.
“Habitar II. En búsqueda del verdadero ser” es un proceso de trabajo consistente en hacer registros fotográficos de la superpoblación de objetos en la que se ha convertido el hogar, a raíz de la cuarentena. Carla depuró luego las imágenes fotográficas por medios digitales y las sintetizó para obtener formas de bordes netos.
Como resultado, obtuvo nueve libros de artista, un libro por semana de cuarentena, realizados con los materiales disponibles en una situación atípica de aislamiento. La serie se completó con nueve piezas textiles basadas en las estilizaciones abstractas que surgen de los libros.
Silvia Brewda nació en Buenos Aires en 1949. Su producción comprende pinturas, obras sobre papel, litografía, objetos, libros de artista, juegos, murales, textiles, sitio específico e instalaciones.
Forma parte del colectivo Cruda desde el año 2015. Desarrolló una importante actividad docente desde 1966. Realizó un trabajo personalizado en clínica de obra para artistas avanzados, coordinó seminarios práctico-teóricos. Además, formó parte de exposiciones individuales y colectivas en Argentina y en el exterior. Participó en concursos nacionales e internacionales.
“Pongo, saco, agrego y borro. Me interesa la huella, el punto y la línea, desde la caricia del trazo hasta el gesto dinámico.” (Silvia Brewda)
“Mi refugio” pertenece a una serie de dibujos a lápiz producidos a partir de fotos de su hogar en cuarentena. En un presente desconocido de la cuarentena, Silvia Brewda se detiene a observar los objetos ligados al cuidar y sostener su casa. Los protagonistas de su proceso creativo son el lápiz, el dibujo, el grafito, que descubren y registran nuevas texturas surgidas de los elementos subsistentes, del remanente, de lo que queda al final del día.
Ileana Hochmann es argentina, nieta de rusos, y vivió gran parte de su vida en Rio de Janeiro, Brasil, donde se formó en la EAV, Escola de Artes Visuais do Parque Lage. Su obra se inició junto a la generación de artistas “tropicalistas”, en la década de 1970, que buscaban una identidad propia de la cultura latinoamericana.
Eligió la técnica de serigrafía como expresión y lenguaje artístico, creando nuevas posibilidades más allá de la reproducción. Utiliza para sus impresiones soportes alternativos como acetatos industriales y materiales orgánicos. Asimismo, le interesa transformar sus imágenes planas en objetos tridimensionales. Sus trabajos forman parte de la mayor colección de grabado de América Latina y varias colecciones particulares en Argentina y Brasil.
Durante la cuarentena del Covid-19, y para el proyecto Residencia en Residencias, Ileana se propuso utilizar el celular para tomar fotos de su propio cuerpo. Para ello se inspiró en el texto “Desnudez” de Giorgio Agamben: “La desnudez, en nuestra cultura, es inseparable de una signatura teológica. Todos conocen el relato del Génesis, según el cual Adán y Eva, después del pecado, se percatan por primera vez de que están desnudos (…) Antes de la caída, ellos, aún sin estar cubiertos por vestido humano alguno, no estaban desnudos: estaban cubiertos por un vestido de gracia que se adhería a ellos como un hábito glorioso (en la versión hebrea de esta exégesis que encontramos, por ejemplo, en el Zohar, se habla de un ‘vestido de luz’.”[1]
Las fotos de su cuerpo reflejado en el espejo, se asemeja, en cierta forma, a un “vestido de luz”, tal como está escrito en el Zohar. Como en la pintura del siglo XIX, Ileana retrata su cuerpo con el fin de revalorizar la desnudez femenina. Una mirada que, en otras épocas, habría sido mayoritariamente masculina, se transforma ahora en la percepción de una mujer sobre su cuerpo de 75 años.
María Emilia Marroquín (Suipacha, provincia de Buenos Aires, 1960) es una artista visual y psicóloga argentina. Estudió escultura con Omar Estela en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova” y con Norbert Krauss en el Kulturforum Alte Post de Neuss, Alemania. Desde 2008 su obra se construye en interdependencia con la gestión cultural y, desde 2019, coordina el centro cultural El Obrador.
Su instalación “La Floresta”, hecha de alambres retorcidos, que sugieren la espesura de una arboleda, está inspirada en el poema “tarde fresca” de Alfonsina Storni: “Andamos por las selvas compactas y olorosas / Nos acosan deseos de volver a volar a las ramas / De tirarnos al agua, de morder las retamas / Y colgarnos del cuerpo de rubias mariposas.”
Ya desde 2017, con la exposición colectiva “Materias Mutantes” (Casa Matienzo. Buenos Aires) María Emilia Marroquín está creando una instalación en proceso, con vidrio de botella y alambres, que recrean formas vegetales y ramificaciones, tan atractivas como peligrosas. Se percibe una preocupación genuina sobre la ecología global, en especial los incendios forestales en Córdoba, Argentina, en California, Estados Unidos y la región amazónica en Brasil, durante el 2020. El cambio climático y las malas prácticas de gestión forestal contribuyeron a agravar estos incendios.
Para Ariela Naftal (Buenos Aires, 1966), la vajilla blanca, y en especial el plato, es un elemento recurrente en sus trabajos en yeso. Desde “Entre los restos” (Espacio Decastelli, 2001) hasta “Huellas del desencuentro” (2018, Espacio de Arte OSDE), la presencia de platos quebrados o apilados en forma caótica, desordenada, a veces ausentes en espacios donde habrían sido necesarios, remiten al silencio, a la incomunicación del núcleo familiar.
Una mesa prolijamente presentada con cubiertos, pero sin vajilla, con un aparato de televisión en su centro, cuyo sonido interfiere en la comunicación de comensales ausentes, son testigos mudos e inertes de un pasado tanto individual como social, remitiéndonos al pasado nefasto de los años ’70 en Argentina, cuando el silencio se profundizaba hasta el punto de transformarse en censura, tortura y muerte.
A partir de “Entre los restos”, la vajilla en manos de Ariela Naftal, se transformó en un elemento momificado, envuelto y cosido en servilletas y manteles blancos. Afín a una arqueología personal de su pasado, de sus palabras no dichas y de sus heridas que no han terminado de sanar.
Los platos de yeso que la artista creó para el proyecto Residencia en Residencias, han sido luego quebrados por sus propias manos. Esta acción fue grabada en vídeo, lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: ¿en qué consiste la obra de arte? ¿es el objeto, la acción de quebrarlo o el registro, aquello que podríamos considerar como un hecho artístico?
Fernando César Ribeiro apunta, a propósito del happening y la performance: “En la performance, la acción se transforma en la expresión del poder-hacer del artista, elevando la significación de la acción a la significación como arte (…) Aún sobre el happening, la performance art dio continuidad a su principal conquista: la aniquilación del objeto y transformación de la acción en obra de arte (…) Cada obra de performance art no explora solamente cuestiones estéticas, sino también cuestiones de orden jurídica, ética, moral y política.” [2]
“En la performance art hay dos niveles de fijación, una de primer orden, que está relacionada directamente al interlocutor de la performance art, o sea, el público presente. Y la fijación de segundo orden, que es la de los registros de obras de performance art, sea de forma narrativa, fotografía o incluso grabadas en vídeo.”[3]
Basándonos en el texto de Ribeiro, es evidente que la obra de Ariela Naftal se inscribe dentro de las artes de acción, el happening y la performance, siendo esta acción la verdadera protagonista, aquella que se constituye en obra de arte por encima del objeto. En el mismo acto de quebrar el objeto de yeso, más aún al tratarse de un objeto de la vida cotidiana, como un plato, subyace una protesta de orden familiar, filosófica y política. Por otra parte, se recurre con frecuencia, en las artes de acción, a este tipo de registro en vídeo, utilizado por Naftal en sus obras.
Ariela Naftal nació en Buenos Aires en 1966. Estudió cerámica en el Instituto Municipal de Avellaneda y Diseño en el E.N.E.T Fernando Fader y se capacitó en la “Escuela de proyectos” en Arte x Arte. Realiza clínicas de obra con Fabiana Barreda y Mariana Rodríguez Iglesias.
Desde el año 1993, participa asiduamente en muestras individuales y colectivas, exponiendo esculturas, objetos, fotografías e instalaciones en museos, galerías y espacios culturales. Su cuerpo de obra indaga en los procesos arqueológicos, la memoria y el silencio.
Rut Rubinson (Buenos Aires, 1956). Es Licenciada en Ciencias de la Educación, especializada en educación artística. Se formó con Manuel Amestoy, Fabiana Barreda, Osvaldo Decastelli, Nora Correas y Alejandro Puente. Desde el año 2002 realiza, regularmente, exposiciones colectivas e individuales en Argentina y el exterior. Forma parte del colectivo CRUDA, con quienes trabaja en instalaciones de sitio específico, y coordina junto con Ariela Naftal, R.A.B.A. (Recorridos de Arte por Buenos Aires), un proyecto que aborda las producciones de arte contemporáneo visitando talleres de artistas, colecciones privadas y galerías.
Vive y trabaja en Buenos Aires, desarrollando obra en diversos formatos desde el silencio, la propia historia y la memoria. Sus obras forman parte de Colecciones Privadas en Estados Unidos, Israel y Francia.
“Atraviesa y late” es una obra en la que Rut perfora el papel con hilos de color, formando tramas textiles que remiten a una piel por cuyos poros crecen los folículos pilosos. La hoja de papel, como la piel, es fuerte y sensible a la vez, es el territorio donde ella puede perforar, atravesar y dejar pasar. El hilo irrumpe en la quietud habitual. Costura la memoria y construye un tiempo de silencio y de pura posibilidad. El papel es el cuerpo y ella lo cose.
En medio de un clima de pandemia, conflictividad social, ruptura de sistemas y sistemas de salud que no dan respuesta. La artista dice: “perforar, dejar pasar, atravesar, es sanador, es un acto de sublimación”. Más complicado es hacer sentir al observador la aguja en carne propia, a través de una imagen virtual. La aguja puede remitir también a la función ambiguamente sanadora de la vacuna, aguja que sana, pero que también puede contagiar y producir efectos adversos.
Rita Simoni (Buenos Aires, 1961). Es arquitecta. Ha asistido a los talleres de Juan Doffo y Horacio Zabala. Ha realizado clínica de obra con María Carolina Baulo y diseño textil con Rosa Skific.
“Ostinato” es una obra conformada por múltiples fragmentos de obras encontradas en su casa-taller. Estos fragmentos han devenido en foto-instalaciones, construcciones mutantes a partir de otros restos, los de las propias obras, huellas, despojos.
Entropía y resiliencia son dos palabras muy fuertes. Entropía procede del griego y significa evolución o transformación. El universo tiende a distribuir la energía uniformemente, es decir, a maximizar la entropía. La entropía es una magnitud física para un sistema termodinámico en equilibrio.
La resiliencia es la capacidad del objeto o del individuo de adaptarse a los cambios sin perder su forma o su esencia, de superar los obstáculos y resistir a la presión en situaciones adversas. Son decisiones que propician fuerzas estratégicas en la persona para enfrentar la adversidad.
Así, los objetos de Rita -y ella misma- se obstinan en adaptarse a estos tiempos fragmentados, resistiendo la presión externa y manteniendo un equilibrio interno, al mismo tiempo que se transforman en otra cosa sin abandonar su esencia.
“Residencia en Residencias” desde el 10 de abril de 2020
[1] Agamben, Giorgio. Desnudez. Adriana Hidalgo Ed., Buenos Aires, 2011, pág.83.
[2] Ribeiro, Fernando César. Action painting, happening y performance art: de la acción como factor significante a la acción como obra en las artes visuales. En Visualidades, Goiânia v.8 n.2 p.113-129. Julio-Dic 2010
[3] Ídem, pág.133-134