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daniel campos
Photo by: Andrew Magill ©

Remendar es cuidar

Hoy hice una pausa después de intensos ires y venires. Había llegado el tiempo de remendar mi camisa favorita. Podría pensarse que ésta no es nada especial. Es una simple camisa gris de manga larga, de algodón, de una de esas marcas que se han posicionado a nivel global urbano. Es decir, hay cientos de miles, quizá millones, de camisas iguales en el orbe.

Pero para mí es especial. Es la más práctica y cómoda que tengo. La puedo vestir con jeans, abierta sobre una camiseta de cualquier color, o con pantalones bajo una suéter que le dé un toque elegante.

Ante todo, esta camisa ha viajado conmigo a muchos lugares: Costa Rica, México, Colombia, Brasil, Portugal. Tenemos historia, kilómetros recorridos y vida juntos.

En los últimos meses no la había lavado a máquina sino que la había llevado a limpiar en seco donde los lavanderos chinos del barrio, para mimarla. Aún así, hace unas semanas las costuras cerca del cuello empezaron a deshilacharse un poco. Cuando lo noté, dejé de vestirla para remendarla. Pero entre viajes y ajetreos quedó allí, limpia pero marginada.

Hoy necesitaba cuidar de cosas simples. Entonces me senté junto a la ventana mientras la gentil luz vespertina iluminaba mi cuarto. Enhebré la aguja con hilo gris del mismo tono de la camisa. Lentamente, con cariño, puntada a puntada, la remendé.

Quedó bonita: el mejor remiendo de mi vida. 

En mi mente le doy gracias a mi maestra de Educación para el Hogar de la primaria y a mi mamá por enseñarme a remendar. Y sentipienso que el trabajo ha resultado bien porque lo hice con amor y paciencia y porque hoy necesitaba cuidarme a mí mismo cuidando a mi camisa favorita.


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