Búsquelo
y si se deja (encontrar)
acorrálelo.
Empiece entonces
a preguntarle, a marearlo.
Trate de averiguar,
justamente,
lo que no debe saber.
Pero, sobre todo,
lo que no le quieren decir.
Oblíguelo,
tortúrelo,
amenácelo.
Sediento, hambriento
y con la piel a tiras…
terminará mintiendo.
Es lo único que sabe hacer.
Llore,
llore amargamente.
Es lo único que usted puede hacer.
Poema por Maria Dolores Ara • Collage por Elena Terife