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Juan José Rondón Duque

Reafirmaciones francesas

Todo monólogo es un diálogo. Le hablamos a alguien que quedó adentro.

La literatura es premonición. Leer libros es leer las cartas. Terminas viviendo las historias que más amas.

Las escamas de los dragones están hechas de espejo. Matas al otro yo, matas al dragón.

Se puede estar en uno de los países más concurridos del planeta y aun así llegar a lugares donde nadie ha estado.

No importa que la tengas en Facebook, hay mujeres que se van para siempre.

Un rayo cae siempre más de una vez en el mismo lugar. Déjate romper por los rayos. Más de una vez cae la centella dividiendo en dos lo que no cabe por el agujero del conejo.

No hay cura en cuanto a extrañar a alguien, eso ya se ha escrito más de una vez. En muchas mujeres no consigues a la que necesitas y solo en una mujer es donde consigues a todas.

—¿Por qué me ayudas?

—No me creerás. Mi abuelo se fue a Latinoamérica y años después regresó. Allá lo ayudó un venezolano. Piensa que no te ayudo a ti sino a mi abuelo.

La inmortalidad dura lo mismo que la gratitud. No sabes que tan hondo llega la piedra que lanzas al río.

Es posible trabajar sobre un andamio —y a pesar del miedo— pensar en poesía: mi corazón fue un péndulo entre ella y la calle.

No hay rebeldía ante el guión ya escrito. Solo es posible dar la mejor actuación.

Trabajar sobre un péndulo.

Trabajar sobre un corazón.

Estar —y no— en ella

Y a la calle.

Francés.


Photo Credits: Mysi (new stream: www.flickr.com/photos/mysianne)

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