Rayma es una clara demostración de cómo la sagacidad y la inteligencia de un trazo pueden retarlo todo. Día a día y durante 18 años, sus caricaturas se convirtieron en un presagio. Éramos muchos quienes empezábamos la lectura de la prensa con su trabajo. La suya es la potencia visual, desde el dibujo, la pintura, la representación gráfica. Su talento la hizo un referente obligado de la síntesis. Ganadora del Premio Monseñor Pellín, entre otros tantos reconocimientos, Rayma es protagonista de una poderosa tradición venezolana: el gran humor que nos resume. Recientemente, la intolerancia que vive el país la alcanzó. Una de sus habituales muestras de ingenio fue recibida con censura y en consecuencia, fue despedida del diario El Universal. Este hecho ha sido noticia internacional y ha puesto una vez más en evaluación el estado de la libertad de expresión en Venezuela.
Rayma compartirá con nosotros su experiencia y la de muchos colegas venezolanos, durante el evento titulado Risa Amarga. Sátira Política y Libertad de Prensa en América Latina y el Caribe que ViceVersa Magazine está organizando en colaboración con la prestigiosa Universidad The Cooper Union y que tendrá lugar el próximo sábado 15 de octubre de 2:00 a 6:00 pm.
¿Cómo has vivido la experiencia de contar un país de manera adelantada, hacer una lectura tan potente de lo que está ocurriendo y resumirlo en una caricatura?
Es como un gimnasio, es el ejercicio diario el que te lleva a que puedas simplificar la película completa en un solo cuadro, que sea como una carta que te juegas y que en realidad cuenta todo, dice todo. Lo que no dice el lector puede entenderlo, traducirlo y desarrollarlo. Es como una complicidad con los lectores, es una forma creativa de ser, donde vas creando un lenguaje con el día a día de la caricatura y vas tratando de traducir al país. En Venezuela el caso es muy particular, es muy complicado, muy surrealista, pero igual muchas veces la caricatura se presta para entender, llegar a temas profundos y temas de reflexión con esa herramienta tan importante que es la risa. Pero siempre para entender que hay que pensarse y que hay que entender cómo somos y por qué estamos metidos en los problemas que tenemos como sociedad.
Siendo el humor un instrumento necesario dentro de tu arte, ¿llegaste a sentir dolor o preocupación de tener que hacer una caricatura?
Sí, sobre todo en países como Venezuela que en estos momentos están tomados por gobiernos autoritarios. Obviamente trabajar con opinión, trabajar con periodismo, trabajar con la caricatura puede estar penalizado. Todo lo que yo diga puede ser tomado en mi contra y puede ser llevado a un castigo legal o a un castigo que el gobierno se puede inventar de cualquier forma. Eso tiene una manera de darnos a entender que no vivimos en democracia. Los países viven en democracias, no democracias y barbaries. A veces me preocupa porque nosotros somos una no democracia pero nos estamos yendo hacia el otro límite, el de la barbarie y eso es muy terrible. Sobre todo en la vida civil, como artista y como periodista, como ilustradora, obviamente creo en la libertad. Me parece difícil hacer el trabajo que hago en mi país y me ha costado mi empleo después de 18 años. Me ha costado amenazas, insultos, pero bueno, tenemos que seguir trabajando en pro de las libertades de todos. No es la libertad mía, ni es la tuya, es la de todos.
¿Cómo llegaste a la conclusión de que la caricatura iba a ser tu herramienta?
Yo siempre he sido muy gráfica, desde pequeña siempre dibujé, siempre me relacioné con esa forma de entender al mundo con dibujos. Soy una mujer comprometida y eso también marca una diferencia. O sea hay muchos ilustradores que hacen su trabajo pero no necesariamente tienen que elegir el compromiso. Yo tengo un compromiso con mi país, tengo un compromiso con la libertad, sobre todo. Sé y entiendo, lo sufro, porque mi país está pasando por un momento de mucha oscuridad, de mucha represión, de mucha confusión y uno quisiera ayudar, uno quisiera aportar. Quisiera colaborar con la paz y las libertades con mi trabajo y con mi talento. Siempre lo supe y creo que la caricatura es, obviamente, un termómetro de las libertades de un país. Cuando uno llega a una ciudad siempre tiene que buscar –y lo recomiendo- la caricatura de los diarios para saber en dónde está pisando.
¿Qué función sientes que debe cumplir el arte de este momento en Venezuela?
El arte siempre ha sido una expresión de vida, el arte es una manera de traducir, una expresión de lo que somos, es un espejo, es un reflejo, es creatividad, inmersiones, energía… el arte salva, el arte es una forma sana de coexistir cuando vivimos en tiempos tan difíciles, en tiempos tan castrados, tan castrantes y duros. Yo soy una persona que trata de utilizar su talento para que esto siempre esté encima, que el proceso creativo siempre sea parte de mi identidad y parte de mi pulso vital, de lo que yo soy.
¿Por qué el poder le teme al humor?
Obviamente el poder no soporta al humor porque es como un espejo. Cuando tú te ves en un espejo y te ves feo, te ves mal, te ves opresivo, te ves totalitario… todos queremos ser una pieza con medidas 90-60-90 pero cuando nos vemos que estamos mal, que somos unas gordas, que estamos feísimas… el humor te expresa lo mal que funcionan los gobiernos. Utiliza la inteligencia como una de las herramientas fundamentales y utiliza la creatividad. Son dos vertientes muy fuertes. Obviamente un gobierno totalitario, bruto, cerrado no puede con eso. Por eso le teme, por eso nos persigue, pero seguimos trabajando en pro de que ese espejo esté ahí, de que se pueda seguir manteniendo la disidencia y de que se pueda seguir entendiendo que la vida en democracia es el único fin de la paz de los pueblos.
Frente a una realidad que te llevó a hacer muchas caricaturas que probablemente no deseabas, ¿cuál es la caricatura que sueñas hacer para Venezuela?
En realidad me encantaría hacer una caricatura donde el país vuelva a reencontrarse con las libertades, con la tolerancia y con el regreso de todos los venezolanos que han tenido que irse. Ojalá podamos encontrar un territorio donde podamos reconstruir el dolor de todos estos años oscuros que hemos vivido. Yo apuesto a eso, sé que no ha sido fácil, pero creo que hay que poner cada quien en sus responsabilidades y el talento que tenga para generar. Hay que luchar en pro de que eso se pueda dar algún día. No sé si estamos lejos o cerca, la caricatura no me permite a mí tampoco adivinar el futuro. Pero sí, soy bastante pragmática y puedo entender que estamos viviendo tiempos oscuros pero que la luz está adentro y que hay que seguirla trabajando.