El médico Rawson lee, el 28 de julio de 1879, ante la audiencia azorada de la Academia, un discurso sobre astronomía. Lee en voz alta un discurso sobre un tema que ignora.
Rawson, en las primeras horas de la ciencia argentina, lee un discurso sobre física. Está parado ante las gradas recelosas. En un momento alguien lo interrumpe. Le objeta su participación. No le contesta, continúa su lectura, como si no oyera al auditorio.
Rawsonlee solo, lee para sí mismo el discurso delirante sobre el movimiento de los planetas.
Un mes después, en una carta secreta, le confiesa a Mr. Gould, que el asunto no le pertenece. Escribe en la carta: Le pido disculpas por haberme introducido en un campo que no me pertenece y cuya llave me falta: pero es esta una de las veleidades del espíritu humano, que se explican, aunque no se justifican, por la soledad misma del pensamiento y la mansión tan prolongada entre los extraños.
Esta escena que parece irreal es el origen de la ciencia en la Argentina.
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