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fabian soberon
Photo Credits: Alejandro ©

Quijotes en la Casa del Libro de la UNAM

Era mi última mañana en Ciudad de México. Atravesé la plaza Río de Janeiro, en Colonia Roma, y subí por Orizaba hasta la Casa del Libro de la Universidad Autónoma de México. Es una casa esquinera de arquitectura neoclásica con pórtico y columnas corintias, construida con cantera labrada y rodeada de verjas de hierro forjado.

Entré al elegante vestíbulo de pisos de madera fina, rodeado de escalinatas de mármol con balaustradas de hierro forjado también. Quería ver la exposición de pintura y escultura sobre el Quijotede Cervantes. Era parte de una serie de eventos asociados al festival cervantino de Guanajuato.

De pie en medio del vestíbulo saludé a don Quijote, representado en obras figurativas y abstractas, ya sea pintado en óleo, esculpido en bronce o tallado en madera. Me atrajo una pintura al óleo de un Quijote rojo, con su lanza en ristre, montado sobre Rocinante. Aunque este cuadro era un tanto abstracto y cubista, me recordó al Quijote figurativo, pintado por el nicaragüense Antonio Carrillo, que tengo en mi apartamento en San José. El caballero de armadura plateada cabalga con su lanza levantada sobre un Rocinante también plateado. Ante un fondo de destellos rojos, se vislumbra un molino de viento.

Cuando mi pensamiento asoció imágenes en Ciudad de México y San José, supe que se acercaba la hora de irme. Pero antes, mientras apreciaba Quijotes en la Casa del Libro, di gracias por haber viajado a México.Después de visitar templos prehispánicos e iglesias coloniales, esa casa de letras resultó buen lugar para despedirme. México me ha llenado el corazón y me inspirará más letras.


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