Las cosas en la vida nunca llegan al azar, llegan porque es el momento de su llegada y no son casualidades o coincidencias, simplemente les toca, es tu turno, ¿es el destino? Puede ser, tal vez, a lo mejor; lo más probable es que quién sabe. Lo cierto es que, cuando has decidido cerrar un capítulo de tu vida porque de alguna manera te has dado por vencido, en aquel instante se presentan esas señales que de alguna forma tratan de decirte: tranquilo, todo llega a su tiempo, quizás lento pero seguro. No lo crees, no lo concibes, hasta te parece una tontería y piensas cuán absurdas pueden ser las cosas de la vida y no logras cerrar aquel capítulo porque en realidad no ha llegado el momento para hacerlo.
Has deseado algo por mucho tiempo, meses inclusive años y no lo consigues, a pesar de que te has empeñado en muchas ocasiones para lograrlo; has alcanzado solamente en parte lo que andabas buscando, pero no era suficiente para colmar tu deseo desenfrenado de realizar ese sueño que tenías desde pequeño. De repente en la vida aparecen cosas que nos llevan a pensar que estamos viviendo momentos de suerte y no nos damos cuenta que en realidad no es cuestión de suerte sino es fruto de la capacidad y de la perservarancia que has ido poniendo en todo lo que has hecho y haces en tu diario vivir. Te dices a ti mismo, ¿lo estoy sonando? lo estoy imaginando? o ¿realmente lo estoy viviendo? Es exactamente esa sensación la que he sentido desde que muchas señales me han llevado a darme cuenta que, si crees en algo firmemente, tienes que luchar hasta no haber derramado la última gota de lágrima y sudor por aquello que realmente es parte de ti, que vive en ti y eres tú. Espera … ten paciencia… aun no es el momento de cerrar con algo que está vivo en tu corazón.
Comunicar es una pasión que puede gustar a muchos pero que pocos podemos tener el honor de decir que la sentimos. Recuerdo uno de mis primeros artículos creativos: fue en mi colegio, en 1993 si no me equivoco. Como dirían los mexicanos, era una chamaca de unos 13 años, cuando mi profesora de investigación, nos dio una tarea de redactar un tema en cuarto curso de secundaria. Cuando se lo entregué quedó sorprendida porque pensó que algún adulto lo había escrito por mi. En realidad como decimos en Italia, esa producción escrita, era harina de mi costal, era producto de mi propia inspiración.
Esos fueron mis inicios en el difícil mundo del periodismo; desde aquel momento poco a poco traté de evitar que esa pasión se apagara y, para buscar las noticias, novedades, injusticias, etc, invitaba a mis compañeras de colegio a interesarse en todos los temas que fuesen de interés general o público. Al inicio no fue tarea fácil, ya que mis amigas eran muy reservadas y tímidas, por lo tanto me tocaba hacerles ver la parte más interesante del poder de la escritura pero lo conseguí y el éxito fue tal que al terminar la secundaria algunas de ellas fueron a estudiar periodismo y cinematografía. Por lo que a mi respecta, me tocó complacer a mi familia ya que ellos habían programado algo diferente para mi futuro, pero eso es otra historia.
Sin embargo en 1995 si la memoria no me engaña tuve la suerte de conocer y entrevistar a algunos personajes importantes. Recuerdo a una chica jovencita, llena de vida, graciosa, simple, simpática y aún no famosa; cabello negro azabache, de mediana estatura, muy sonriente, nariz muy fina, unos ojos marrones fabulosos, descachalandrada y de pies descalzos…. si, esa misma, la que os estáis imaginando, ni más ni menos que la sensual Shakira. Nunca me hubiese imaginado que años más tarde habría conseguido lo que tanto buscaba, conquistar el mundo con su música.
Hoy, todos estos recuerdos me llevan a comprender, que tengo mucho por contar y que no me lo podría perdonar si tuviese que dejar de escribir, por este motivo, simplemente doy vuelta a la pagina y no cierro este capítulo de mi vida, porque todas las señales que me han ido llegando son muestra de que no es el momento, al contrario, borrón y cuenta nueva. Esta vez mi meta será comenzar desde cero, tengo que volver a aprender para volver a empezar.
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