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sergio marentes
Photo Credits: pierpeter ©

Qué hay detrás de las apariencias

Si no nos fijáramos en las apariencias, como quieren quienes las fabrican y los que comercian con ellas, destinaríamos menos tiempo a la incertidumbre y a la perseverancia, dos de los pilares fundamentales de la especie y de toda civilización, como se sabe desde que las cavernas se convirtieron en aulas de clase. Pero ahora no se trata de eso, sino de todo lo contrario, es decir, de lo mismo.  Porque acaba de ser publicado un nuevo estudio, de la facultad de Medicina de una universidad casi milenaria citada en mis publicaciones una y mil veces, que dice que quienes no se dejan llevar por las apariencias sobreviven con mayor probabilidad a cualquier tipo de muerte. Dice que los voluntarios, de todos los tipos y formas, dejaron ver, más o menos con la misma frecuencia, que, justo en el momento de la muerte, cualquiera que esta fuera, antes de dejarse morir o de morir sin decir una palabra, peleaban a muerte, valga la redundancia, hasta, o morir en el intento o vivir gracias a él. Muchos fueron los que regresaron de aquella batalla mítica, algunos más de una vez, a contar que lo que los trajo fue no creer en que morirían aunque estuvieran, en la mayoría de los casos, más muertos que vivos.

Uno de esos soy yo, que escribo esto recién salido de una batalla, peculiar, eso sí, con una de las tantas muertes literarias de las que se tiene registro. Fue decretada por uno de los editores más prestigiosos del país y de América tan pronto recibió mi carta de rechazo a uno de sus multimillonarios contratos con los que se compra el alma y el cuerpo del aspirante a escritor, con los que se asegura la posesión de los que ya están más allá que acá. No sé todavía cuál es la intención de esto que cuento, ni mucho menos de lo que callo, pero creo que para eso vinimos al mundo quienes escribimos el mundo, y, sobre todo, quienes lo inventamos.


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