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Sergio Marentes

Qué hacer después de morir

Casi todos hemos hecho el ejercicio mental, si no escrito, de hacer una lista de cosas que tenemos pendientes por hacer, o por dejar de hacer, o, sencillamente, cosas que queremos experimentar antes de que se nos acabe la vida, ya que no sabemos si en la otra vida, es decir, en la muerte, podremos hacerlas. Entre esas, para sólo nombrar algunas, se encuentran desde las más comunes, las de cajón, hasta la más rebuscadas pataletas de niño malcriado, como recorrer el mundo en bicicleta siendo patrocinado por algún mecenas sin memoria, ser millonario por obra del azar para poder patearle la cara el jefe, lanzarse en paracaídas y compartirlo en las redes sociales, escribir un libro así sea malo, leer un libro así sea bueno, caminar en silencio bajo árboles centenarios, volar como las águilas, amar como los perros, ser amado como un gato, matar una mosca aunque sea, saber quién diablos era Mambrú, saber a ciencia cierta y de una buena vez cuántos pares son tres moscas, conocer a los padres biológicos de los primeros hombres, viajar al futuro para regresar llorando, viajar al pasado para quedarse en la memoria, no olvidar nada, olvidarlo todo, verle el rostro a algún dios y cuanto se nos pueda llegar a ocurrir. Pero no todos queremos lo mismo o, dicho de otro modo, no todos tenemos los mismos asuntos pendientes y, por ello, nos esforzamos a nuestra manera, con nuestras herramientas o con las que nos queden al alcance de la mano. Es lo que le sucedió a una joven que apenas tiene dos años más de los cien, quien pidió, porque era algo que tenía en su lista, ser arrestada por la policía y, lógicamente, ser llevada a la estación con grilletes, en la parte trasera del vehículo con las sirenas en el techo y, cómo no, custodiada por dos agentes hábiles en su labor. Dicen los testigos que, triunfante, más que acongojada por ir esposada, y sonriente, saludó su suerte con el temblor en sus manos que caracteriza los momentos más felices de nuestra vida.

Tal vez, si llegamos a tener la suerte de nuestro lado, nos llegue a suceder así con todo lo que nos falta por hacer, y sin importar el tamaño de la lista, si es que antes no se nos cumple lo que nos falta por cumplir, aunque a algunos con mayor proporción que a otros: morirnos.

Pero por suerte eso no lo decide la suerte.

Por mi parte, acabo de tachar algo de la lista: escribir esto. Aunque acabe de morir.


Photo Credits: Lidyanne Aquino

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