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Rompan todo Una historia del rock en America Latina
Rompan todo Una historia del rock en America Latina

¿Qué es lo que sigue vivo?

Sobre la serie documental Rompan todo. Una historia del rock en América Latina, Netflix, 2020

 A Graciela Massa

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¿Cómo contar la historia del rock en América Latina? Hannah Arendt dice que la historia de los hombres tiene protagonistas pero que no tiene un sujeto detrás de escena que sea el conductor del relato. Si seguimos esta idea, podemos decir que elegir un narrador implica una decisión política. Y esto es lo que hace Rompan todo, la historia del rock patrocinada por Netflix: elige un narrador, un sujeto que dispone las piezas sueltas en el tablero con un sentido prefijado, un sentido que no adivina ni quiere adivinar el sinuoso camino de la historia del rock. Así, no importan tanto las omisiones de músicos (en todo relato histórico y antológico las hay) sino desde qué lugar se narra la historia y quién la narra. En este caso, el narrador (el conductor que brinda el sentido a la historia narrada) es uno de los productores de la serie documental: Gustavo Santaolalla. La huella del productor y músico argentino se puede percibir en la cantidad de apariciones y en la selección de los músicos mexicanos que fueron producidos por él: podemos deducir que la historia es narrada desde su punto de vista. Y esta identificación es importante no solo para los espectadores y para los recientes y nuevos fans que se acercan a conocer por primera vez la historia del rock sino para entender desde qué lugar se toma la decisión política de contar esta historia. Aunque podamos identificar a los héroes de la música rock (los protagonistas de esta historia), no hay sujeto de la historia, no hay autor: todo autor de la historia es un impostor o un inventor-falsificador del sentido. La narración de Rompan todo –como todas las narraciones—tiene un sujeto que hilvana los hilos detrás del telón de los hechos pero el sentido propuesto no es ni verdadero ni falso: es solo el producto de una elección accidental. Veremos qué nos deparan las nuevas y otras historias del rock en el futuro.

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El rock surgió y se difundió como un grito de rebeldía y de ruptura con el sistema social. Si los nuevos rockeros son hijos o nietos de las primeras generaciones rupturistas, ¿qué rol puede tener el hijo o el nieto del rupturista? Si el heredero sigue haciendo rock, o sea, si hereda el modus operandi de los padres (si arma y consagra una tradición), ¿contra quién rompe? Este es uno de los problemas que debe enfrentar toda historia del rock: hacia el final del relato planteado por la serie documental se aborda este problema. Aunque las visiones son optimistas, es decir, coinciden en que el rock no puede morir, algunos advierten que hay un agotamiento que se parece a una caída o a una muerte. ¿El rock podrá morir?

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Una buena parte de la historia del rock muestra que algunas bandas se oponían a las instituciones corruptas y a los dictámenes de medios masivos de comunicación. ¿Qué significa en la historia del rock que Netflix (una de las columnas del establishment audiovisual) cuente la historia del rock?

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La presunta muerte del rock nos incita a preguntarnos sobre la cuestión de la vida en el frondoso bosque de lo que agoniza. En 1969, Hannah Arendt opinó que la filosofía influye poco o nada en el curso de la historia (es decir, está casi muerta). Es evidente para cualquier observador que el sistema de partidos políticos está en crisis: los políticos falsean sus ideologías con el único propósito de ganar las elecciones. Una parte de la crítica contemporánea sostiene que el arte visual ha ingresado en una extraña meseta; no son pocos los estudiosos que abonan la idea de que el cine ha muerto. Si la muerte extiende sus tentáculos en una zona de la sociedad contemporánea, ¿qué es lo que sigue vivo?

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