Ustedes saben que el Atleti empató con el Real Madrid el domingo pasado, eso no tiene nada que ver con lo siguiente. O quizá sí porque soy de los colchoneros, el partido lo vi en el aeropuerto, esa es la parte más interesante de la historia. Entonces, vayamos atrás.
Nadie da medio limón por un equipo cuando se enfrenta a una máquina económica pero basta tener al Cholo Simeone para que cualquier deseo pueda convertirse en realidad, hasta cansar las piernas. Tampoco juego fútbol y por lo visto, no se puede comenzar bien desde el final. Así que mejor ir aún más atrás.
El tiempo en los autobuses es una esfera inhóspita que se prolonga como los 90 minutos del fútbol. Tiempo es tiempo, la percepción es lo que cambia. Así pasa. Decía, el ahora técnico del Bayern, Guardiola, que sentía temblores y espasmos cada vez que le venía el momento de capitanear a los culé. Suele pasar también cuando uno pisa el primer escalón del autobús, se sabe que el descenso no puede ser mejor, al menos pierde el meridiano vertical con las horas de asiento. Más si se viaja a Mérida, eso es ser temerario. Lo peor es que sin meridiano, nada se puede hacer.
Uno quizá es el Cholo que aborda los miedos a contracorriente.
I
El autobús debía salir a las 7 PM y antes de que siquiera todos los pasajeros confirmaran, ya la mayoría estaba encima del –aparente– cómodo vehículo de dos pisos. A las 6.40 PM del jueves ya empezó a arrancar, 100 metros se sumaban a la esperanza de llegar antes de las 2 PM del viernes, donde un evento nos esperaba en la Ciudad de Los Caballeros. La exacta hora de partida nunca llegó, el vaivén literal del vehículo comenzó ahí y nadie sabía por qué. Acostumbrados a la espera, la gente que viaja por productos básicos se acostumbró a que, como siempre, era una fantasía. A las 8 de la noche el camino ya sumaba una hora más. La primera tensión del vestuario.
“Estimados usuarios disculpen la demora pero es que no pudimos encontrar solución al cambio del caucho” Ya saben de dónde viene el movimiento, el personal de la línea de autobuses intentó solucionar el problema con todos los pasajeros dentro para que nadie se diera cuenta. Pasamos a otro de menor categoría, con un reintegro de dinero lo suficiente para una cena de sopa + seco y jugo.
II
Como un equipo con desorientación en los primeros minutos, el autobús arrancó a las 8.20 PM tratando de solventar lo que su hermano mayor no pudo hacer. El chofer le daba pedal con todas sus fuerzas, como si tuviera que atravesar la autopista en un acto de valentía y orgullo para no pasar vergüenza, tratando de buscar una vía de gol sin ninguna eficacia, sin ningún talento. A ver qué sucede y de repente el balón traspase la línea de cal como por acto de magia.
Al llegar a la Autopista Regional del Centro, un muro defensivo atentaba contra toda la velocidad posible, con esa fatua idea de que más rápido es mejor. Reparaciones en la vía hasta el día sábado siguiente, así que poco a poco. Como un hincha empedernido lo mejor es cerrar los ojos y esperar el grito del resto de la hinchada. Por favor, Aragonés ¿dónde quedó eso de ganar, ganar y volver a ganar?
Ahí fuimos, con los ojos cerrados, hasta que el primer suspiro comenzó con un “Bueno, esta es la primera parada bájense los que quieran” del conductor a las 3 AM. Lugar: Sabaneta. Aquí comenzó todo este peo. No lo digas muy alto que la vuelven capital del país. Y la verdad es que en el cálculo matemático, más allá de lo que se sabe, para el viaje eso era motivador. Podríamos estar en la ciudad de Tulio Febres Cordero antes de las 11 AM. Aquí comenzó este peo y la noche se hacía negra como el café. Nos vamos.
Lo mejor es que le dinamismo parece que nos favorece, el juego de ahí en adelante se había vuelto aburrido. Se cierran los ojos, seguimos esperando el grito afortunado del gol. 6 AM y un árbol nace desde la ventana. Se cierran de nuevo los ojos, el árbol aún está allí 8 AM y a las 10 inmóvil como en la fila de la cola del ferry, una paradoja claustrofóbica de vehículos se acumulan en Sabana Mendoza.
A 100 metros del autobús, una multitud no piensa dar el paso a nadie hasta que el alcalde no firme una orden que asegure que el sueldo que deberían recibir los maestros de una escuela de la zona sea habitual, que no sea una fortuita intercepción divina en sus cuentas bancarias cada vez que recen para comer. Ambos afectados se solidarizan y viajan a visitar al alcalde con un poder escrito a mano para llevárselo hasta su casa. Es inadmisible no está escrito en computadora, no hay luz.
Gol de Benzema al minuto ocho.
Los ánimos caldeados, de un lado quieren quitar la barricada, del otro luchan por mantenerla. La pelea puede que se haga peor, aunque aún falta. Por la noche las hienas no esperan hasta el último suspiro para comer la carne a la vista. Un señor advierte “vamos a calmarnos, abramos paso si no quizá haya muertos de lado y lado” “No pasa nada, enterramos a nuestros muertos y los lloramos que vamos a hacer” le replican del otro lado. Dentro de lo que cabe, una especie de silencio se apodera del espacio. El punto más caliente del día, en plena mitad el alcalde como árbitro conciliador dio un veredicto justo, que debió hacer tiempo atrás. Una esperanza como el penal que Ramos le fabricó a Tiago.
El tiempo se diluye o se alarga, dependiendo del caso, cuando alguien cobra un penal. Algo pasaría si esa furia con la que venía armado el autobús al principio nos haría llegar al evento. Avanza con rapidez por toda Sabana Mendoza, podríamos al menos encontrarnos con una estela de la inauguración.
Griezmann pone el balón, toma carrera hacia atrás. El autobús avanza, el francés también. Hay algo ahí que puede facilitarnos el camino, no hay pausas. La carrera hacia el balón comienza. El autobús no se detiene hasta Mérida. Baja la temperatura. Flaquean las piernas y los zurdos son previsibles. El aire se apaga. El calor comienza ya entrando a El Vigía. Una mujer solloza. Unos niños pelean por el puesto. Cuando uno ya visualiza el balón dentro de la red, aparece una mano Costarricense a quitar toda oportunidad de empate. El colectivo tiembla y de repente, como el grito de gol, se apaga.
Hay un filtro sucio. 20 minutos más de espera, el tiempo suele diluirse en las carreteras y en los partidos de fútbol. Al final llegamos, y la historia como la del derbi madrileño ya todos nos la sabemos. Basta por relatar. Nos vemos en el segundo tiempo.
Photo Credits: Peter