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paola maita
Photo by: Ben Seidelman ©

Por todas las vidas

Desde hace un par de años, he querido creer que en la vida puedo amar muchas veces. No me refiero a lo diverso de amar la familia, los amigos o la pareja. Mi argumento va más allá. Creo que la frase «el amor de mi vida» está mal construida.

Cuando decimos eso, estamos afirmando que en la vida solo se puede tener un gran amor. Esto, más allá de generarme la seguridad, me parece una espada de Damocles que en cualquier momento podría caerme en la cabeza. Si ese supuesto gran amor no funciona, ¿Quiere decir que me he gastado mi oportunidad ahí? ¿O significa que no fue real?

Me niego a creer que la vida no es lo suficientemente inmensa para amar a muchas personas, así sea al mismo tiempo.

 


 

Por siempre y para siempre…

Los últimos meses han girado alrededor de hacer trámites burocráticos y maromas financieras que me permitiesen ir a la boda de mi mejor amiga de la infancia que vive en otro país.

Finalmente, lo logré. Estuve allí no solo para verla comprometerse con alguien, sino que además pude leer un texto en su ceremonia.

En teoría, estoy legalmente tan unida a S. como lo está C. a su nuevo esposo. La realidad es que todas las relaciones son distintas. Las dudas que yo tengo sobre la permanencia del amor no tienen que ser las mismas que las de ellos.

Podemos prometer muchas cosas ante la Ley o ante la deidad de nuestra elección, a sabiendas que no somos infalibles, que podemos fallar pese a que hagamos nuestro mejor esfuerzo.

 


 

Ya se lo dije

M y yo tenemos meses conversando de que piensa divorciarse. Finalmente, el sábado ha tomado la decisión de decírselo.

Su problema no es el amor. Son las cuestiones prácticas del día a día. La economía del hogar, el ser adultos juntos… Aunque la vida sea suficiente para amar a cuántos queramos, quizás la realidad no sea tan amplia.

Pienso que el amor no se sostiene solo. No es un organismo autosuficiente. Aunque me encantaría pensar que la realidad y sus vericuetos son tan anchos como necesitemos, lo cierto es que no son una masa flexible que podamos moldear a nuestro antojo.

 


 

¿Y si en realidad no tuviésemos un amor en una vida? ¿Si realmente fuesen muchos amores en muchas vidas? Estas preguntas me las hago no en un plano metafísico, sino en uno filosófico.

A veces he tenido la sensación que el S. y yo que constituían un nosotros hace unos años no son los mismos de hoy. Hemos mutado, y con nosotros nuestra relación y el amor que la sostiene. Para mí, él fue el amor de aquella vida que quedó en otra época, y el de esta en la que vivo ahora.

Hasta ahora, han coincidido en una misma persona. Eso no evita que me pregunte si será el mismo en todas las vidas que me quedan por vivir.

 


Photo by: Ben Seidelman ©

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