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las vidas negras importan
Photo by: Anthony Crider ©

¿Por qué no exponemos a los racistas encubiertos?

Antes del 25 de mayo de 2020, solía decirme a mí mismo que mi opinión no era necesaria si el problema en cuestión no me involucraba directamente.

Se ha vuelto cada vez más claro que tomar esta posición (esa de no asumir ninguna postura) me convertiría en parte del problema y por siempre me arrepentiría de haber tomado la decisión de ser pasivo y quedarme callado. No más autocensura.

El asesinato de George Floyd puso en evidencia (nuevamente) la gravedad de un problema que es tan antiguo como la existencia misma de esta nación. El racismo. La impunidad que casi siempre le acompaña, la complacencia de las autoridades que lo permiten sin imponer responsabilidad a sus autores, y la tolerancia voluntaria de la gente que prefiere mirar a otro lado. Pero lo que resulta más preocupante, es que aún existen quienes intentan justificar estos actos de una u otra forma. Personalmente, me niego a guardar silencio y a continuar siendo permisivo e indiferente en relación a la ignorancia rampante (especialmente en las redes sociales) que intenta seguir defendiendo lo indefensible. Animo a cualquier persona que pueda leer estas líneas a que identifique los siguientes argumentos como lo que son, racismo encubierto. He aquí algunos de los argumentos más comunes:

1. Black Lives Matter (Las vidas Negras importan), pero todas las vidas importan.

Creo que este es el más común de todos los argumentos tontos que se presentan de forma abundante en las redes sociales. La frase “Black Lives Matter” no tiene como preámbulo la palabra “únicamente” ni es seguido por la frase “y ninguna otra vida importa”. Nadie puede estar en desacuerdo de que efectivamente, todas las vidas importan, pero si alguien presenta este como un razonamiento para argumentar en contra de las protestas tras el asesinato de George Floyd,  en contra del movimiento “Black Lives Matter”, o para intentar minimizar las quejas de la comunidad afroamericana, es claro que no entiende el contexto de lo que está sucediendo. Actuando de esa forma, contribuye al problema.

Si la respuesta de una persona a la frase Black Lives Matter es “pero….”, “que tal cuando…” o “quizás si…” claramente estamos frente a un racista que se niega a reconocer sus propios prejuicios y trata por cualquier medio, de justificar acciones claramente incorrectas e ilegales.

2. Las personas de color, especialmente los afroamericanos, ¡son sumamente racistas!

Cuando este argumento se esgrime, el cinismo reina y la razón muere. Muchos incluso se toman la libertad de invocar su propia victimización a manos de un afroamericano, trayendo a colación aquella ocasión en la que un afroamericano les dijo algo tan doloroso como “los blancos no pueden bailar” o “a los latinos les encanta el arroz y los frijoles”. Comparar ambos resulta absolutamente ilógico, ridículo y desproporcional y si esta persona no entiende por qué un “insulto” no resulta igual en gravedad de sus consecuencias a la discriminación, sistemática, intencional y prolongada de una raza a manos de otra, evidentemente, estamos frente a un racista encubierto. Un tonto más a quien le interesa mayormente “tener la razón” que ser razonable.

3. ¿O sea que no puedo hacer chistes, o ser yo mismo en frente de personas de otras razas?

Otro de los argumentos de quienes se victimizan a sí mismos mientras paralelamente, tratan de justificar su propio racismo. Creo firmemente en la libertad de expresión y estoy dispuesto a defenderla, sin embargo, la mayoría de nosotros podemos diferenciar entre un chiste, o un comentario gracioso, y otro engañosamente hiriente o racista. Este argumento es sumamente condescendiente. Lo que la comunidad afroamericana está pidiendo a gritos es simplemente conciencia sobre el significado y el peso de las palabras, especialmente cuando estas son para opinar sobre la experiencia de vida de alguien más. Sencillamente, yo no puedo decidir cuando mi comentario resulta ofensivo para otra persona, y por tanto debemos ser cuidadosos con lo que decimos.

4. No soy ni blanco ni negro. Esto no me afecta.

Si resides en los Estados Unidos, o tienes algún vestigio de conciencia o empatía, esta no puede ser tu posición, o de lo contrario te has convertido en parte del problema. Para quienes hacemos vida en este país: todos estamos sujetos a las mismas leyes, autoridades, instituciones, cuerpos policiales, fiscales y jueces y lo que resulta más importante, todos estamos amparados bajo la misma Constitución, según la cual, todos somos iguales ante la ley, sin importar, credo, RAZA o religión, y por lo tanto, todos tenemos un rol que jugar en los precedentes que se instituyen, en la forma en que los organismos públicos aplican las leyes que nos rigen y protegen los derechos que nos pertenecen. En pocas palabras, si te callas, luego no te quejes.

5. ¡La gente tiene que entender, que los oficiales de policía tienen un trabajo sumamente arriesgado!

El riesgo no justifica un accionar indebido. ¿Alguien leyendo estas líneas ha escuchado a otra persona hablar mal, digamos, del cuerpo de bomberos?

El factor riesgo es obvio. Nadie está tratando de disminuir ni el peligro, ni el valor de la labor de un Oficial de Policía. La mayoría de nosotros estamos agradecido por el trabajo que realizan, y muchos de nosotros en algún momento o circunstancia hemos recurrido a llamar a la policía, por la razón que sea, y efectivamente han respondido. Sin embargo, convertirse en oficial de policía no es obligatorio, es una decisión VOLUNTARIA, por lo tanto, no tiene arraigo en la lógica utilizar el argumento del riesgo como un eterno justificante de cualquier acción que un uniformado decida tomar en la línea del deber. Desafortunadamente para los oficiales de policía, (como para muchos otros servidores públicos) la regla con la que se mide su acción mientras viste el uniforme azul, es distinta a la que se utiliza para medir la acción u omisión de un ciudadano común; esto va de la mano con la idea de que el oficial policía es un agente de la Ley y que trabaja en favor y por la seguridad de la ciudadanía. Lo que se pide de los cuerpos policiales es simplemente que respeten el debido proceso y que cumplan con su responsabilidad de desarrollar lineamientos y procedimientos que garanticen su seguridad y la de los ciudadanos que están obligados por ley (y por su propio juramento y decisión) a proteger.

6. Estoy de acuerdo solamente con las protestas pacíficas.

Yo también. Sin embargo, esta no es la primera ocasión en la que algo tan doloroso como el asesinato de George Floyd sucede y luego de aproximadamente 400 años de discriminación legalizada, sistemática, brutal y cruel en contra de la comunidad afroamericana, me parece injusto demandar el cese de las protestas con más fuerza que la que se emplea en exigir que el abuso policial se termine de una vez por todas. Adicionalmente, la comunidad afroamericana ha demandado sus derechos pacíficamente durante años y estas protestas han sido ridiculizadas, politizadas y disminuidas. ¿Recuerdan los nombres Jesse Owens? Martin Luther King? Rosa Parks? Colin Kaepernick? ¿Recuerdan además cual fue el desenlace para estos activistas?

El 25 de mayo una vez más sentimos en carne propia la crueldad y la extensión del racismo, a través de la voz de George Floyd, un hombre que a duras penas rogaba por su vida mientras que un oficial que estaba obligado a protegerle, hundía mortalmente su rodilla en el cuello de su víctima y otros tres observaban complacientemente. Sin embargo, esta tragedia (al menos en lo que a mi concierne), ha servido para obligarnos a decidir qué tipo de sociedad queremos ser. ¿Queremos seguir siendo la sociedad que permite este tipo de eventos sin consecuencia alguna? ¿Esa sociedad que entiende cuando un racista como Derek Chauvin asesina a un hombre, pero que critica las protestas que claman por el cese de estas acciones?  El racismo es aprendido, y perpetuarlo es un ejercicio voluntario. Es momento de decidir de qué lado estamos. De allí la importancia de denunciar a todos estos racistas encubiertos que siguen intentando justificar lo indefensible.


Photo by: Anthony Crider ©

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