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paola maita
Photo by: Dean Hochman ©

Política de polícias y ladrones

Érase una vez un mundo que yo podía dividir en buenos y malos. Cuando era pequeña, como el resto de los niños, jugué a ladrones y policías, donde la lógica era muy sencilla: ladrón era malo y policía era bueno. Punto. No había espacios para matices grises allí donde las cosas tenían que ser blancas o negras.

Con el pasar del tiempo, fui entendiendo que ni todo ladrón era completamente malo ni todo policía completamente bueno. La línea entre lo bueno y lo malo comenzaba a hacerse difusa entre una cosa y otra sin que yo pudiese hacerla más gruesa. Fui conociendo personas reales, leyendo historias más complejas, asimilando que el mundo tampoco era de mortífagos y brujos blancos.

Esto no solo me sucede a mí. Este es el proceso de interiorización de la moral de todos los seres humanos, el desarrollo del pensamiento y de ideas complejas. En un mundo ideal, en nuestra edad adulta, se supone que podemos votar y que debemos tener pensamiento crítico para entender nuestro entorno más allá de dividirlo en dos bandos.

En Venezuela, cuando las cosas parecían estar madurando, el destino se torció y nos devolvió a ese estado donde solo parecían haber dos grupos: blanco y negro o, mejor dicho, rojos y azules.

Soy parte de la generación que creció con esa idea infantil de que la Política se trata solamente de o eres de los míos o estás en mi contra. Las veces que ejercí mi derecho al voto, no sabía por quién votaba, cuál era su programa de gobierno o sus medidas económicas. Conocía mejor lo que estaba votando en contra que lo que votaba a favor, porque el objetivo era salir de esto. Había vuelto a jugar a policías y ladrones sin darme cuenta.

Crecer con una mirada política tan bicromática hizo que me costase entender que la lógica de que el mundo no se divide en dos grupos solamente también era válido para los grupos políticos. Tuve que reconstruir el concepto de espectro político en mi mente para poder entender que el sistema en el que crecí es una deformación. Ser oposición no es una ideología política en sí misma. Tampoco lo es ser chavista. El mundo no solo se divide en dos bandos.

 


 

Trump es igual a Chávez, Biden va a instaurar un socialismo, con la constitución nueva en Chile pasará lo mismo que pasó en Venezuela porque es lo que hicieron los chavistas, el Partido Socialista de España es chavista, Vox es bueno porque no apoya al chavismo, López Obrador es igual que Chávez, Bolsonaro es bueno porque no es chavista…

Ninguna de estas frases es inventada. En algún momento, alguno de nosotros como venezolano, ha intentado encapsular otro sistema bajo su óptica política infantil de chavista/no chavista. Es muy humano intentar entender algo nuevo relacionándolo con lo ya conocido, pero es más humano el evolucionar las estructuras mentales con las cuales interpretamos el mundo, el no quedarnos anclados en nuestras vivencias del pasado como guía y baremo universal del presente.

Intentar seguir pensando que todo es divisible en policías y ladrones es quedarnos con la versión infantil y edulcorada de la historia. Y del mundo.


Photo by: Dean Hochman ©

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