Una ciudad que tiene Delicias, Milagros y Bellas Vistas, se ha convertido en un espacio lleno de violencia pasiva electrificada y paisajes tapiados sin orificios ni entradas.
Escenarios de abandono y miedo que se vuelven fachada de la ciudad.
La ciudad es el espacio social en el que personificamos un papel de sobrevivencia. Nos ocultamos tras los muros para no ser vistos, para no mirar al otro.
La ciudad como casa donde impera la sospecha, la desconfianza y el temor.
La ciudad como cuerpo distorsionado.
La ciudad ya no es refugio por lo que hemos levantado nuestra prisión dentro de ella buscando sentirnos a salvo.
Hay que recordar cómo queremos ser para convertir nuestro cuerpo, nuestra casa, nuestra ciudad en un sitio donde podamos volver a soñar.