A Nueva York vienen los desolados, dicen
Los que no tienen a dónde ir.
Que todos aquí son una suerte de prófugos:
prófugos del aire, de la historia, de su infancia.
Parias que perdieron todo con el fuego.
Niños tardíos buscando estatuas de las que no se hacen más
montañas de ceniza tan gruesa que nubla el sol.
Gritar aquí no sirve de nada, dicen:
ni escribir,
ni caminar
es inútil.
porque todo está hecho, todo ha sido caminado.
Nueva York, está agotada.
¿A qué venimos, entonces, los que venimos?
a entender nuestra calidad de islas mas no penínsulas.
A encontrarnos un domingo, al fondo de una tienda de sillas
Y reconocer nuestro destierro
A hacer todo eso que se piensa inútil para no morir en el intento.
(A agotarnos, también)
Todos aquí somos desertores de alguna causa
De la nuestra, en todo caso.